Centro de Biomateriales e Ingeniería Tisular (CBIT)

colabora Manuel Monleón Pradas, fundador y director del CBIT entre 1999 y 2009 

Las estructuras propias de investigación (EPI), palanca de transformación de la UPV

El Centro de Biomateriales e Ingeniería Tisular (CBIT) de la Universitat Politècnica de València (UPV), conocido hasta 2008 simplemente como el Centro de Biomateriales, representa una de las primeras y más significativas estructuras propias de investigación de la Universidad, establecida por decisión de la Junta de Gobierno en 1999. Estas estructuras interdepartamentales, creadas bajo el liderazgo del rector Justo Nieto, rompieron con el esquema organizativo tradicional, permitiendo la creación de equipos de investigación con una libertad organizativa sin precedentes en la Universidad. La UPV fue una de las pioneras en España en adoptar un modelo que fomentara estructuras de investigación más flexibles, inicialmente denominadas estructuras no convencionales de investigación (ENCIs). Esta nueva designación dejaba entrever la novedad y potencial de la iniciativa. Fue, sin duda, una muestra de la visión innovadora del rector Nieto, quien desde el comienzo percibió el valor estratégico de estas estructuras para la Universidad y su contribución al desarrollo del conocimiento y la tecnología.

Defensa de la tesis doctoral de Gloria Gallego en 2001, una de las primeras tesis con un tribunal internacional, con los profesores Ilavsky, Privalko, Pissis, Vázquez y Díaz Calleja.

La creación de estas ENCIs posibilitó, entre otros logros, una organización de la investigación que sobrepasaba los límites de la estructura departamental, permitiendo la unión de pequeños grupos de investigadores bajo una organización estable sin los requisitos de tamaño y recursos necesarios para constituirse como un instituto universitario. Este modelo no solo permitía que profesores y estudiantes de distintos departamentos colaboraran de forma interdepartamental en proyectos de interés común, sino que también reflejaba la creencia del rector en la importancia de un enfoque plural en la generación de conocimiento. La pluralidad y la adaptabilidad se convirtieron en principios clave que enriquecieron la investigación y promovieron la diversidad en los enfoques y metodologías adoptados por la UPV.

El CBIT, en particular, debe su creación y posterior crecimiento a este concepto impulsado por el rector Nieto. La visión del rector no solo facilitó la fundación del Centro, sino que también sentó las bases para que el CBIT pudiera expandirse y consolidarse como un referente nacional e internacional en el campo de los biomateriales y la ingeniería tisular. Estas líneas, además de ofrecer una retrospectiva sobre la evolución del CBIT, buscan reconocer la valiosa contribución del rector Justo Nieto a este proceso, al cumplirse ya casi veinticinco años desde su fundación.

En la primera mitad de los años 80, cuando la mayoría de los nueve profesores que promovieron la creación del Centro de Biomateriales completaban sus estudios de grado, los conceptos de biomateriales e ingeniería tisular apenas eran conocidos en el ámbito académico, y mucho menos formaban parte de los programas curriculares. Hoy en día, sin embargo, estos temas son estudiados en asignaturas regladas de varias titulaciones de grado y posgrado tanto en la UPV como en otras instituciones de educación superior. Además, existen numerosas publicaciones, empresas, proyectos y subáreas de investigación que giran en torno a estos conceptos. En este sentido, la trayectoria del CBIT ha acompañado y potenciado el crecimiento y consolidación de un campo interdisciplinario de investigación que, en sus inicios, era prácticamente desconocido en la academia. La UPV ha podido seguir de cerca esta evolución gracias al espacio que abrió el modelo de las estructuras propias de investigación, permitiendo a la universidad adaptarse y destacar en un ámbito científico emergente. Actualmente, el CBIT está conformado por veinte profesores de la UPV, seis técnicos doctores, dieciocho doctorandos y dos técnicos de apoyo a la investigación. Además, varios doctores formados en el CBIT ocupan hoy en día posiciones de responsabilidad tanto en el mundo académico como en el sector empresaria en España y en el extranjero. El CBIT ha recibido también a un gran número de estudiantes de grado y posgrado, tanto de la UPV como de otras universidades, brindándoles una formación especializada en conceptos y técnicas experimentales avanzadas que no podrían adquirir en la educación formal.

Grupo del CBIT en 2003

La investigación en biomateriales en la UPV tiene sus raíces en la hibridación de la biomecánica, un campo en el cual el profesor Justo Nieto fue pionero en España, y la investigación en materiales poliméricos, introducida en la UPV por el profesor Díaz Calleja. De la colaboración entre Nieto y Díaz Calleja surgió un proyecto coordinado que dio lugar a la tesis doctoral de Manuel Monleón, defendida a finales de los años 80 y dirigida por Díaz Calleja. Parte del grupo de personas que completaron sus tesis en polímeros bajo la dirección de Díaz Calleja sería el mismo que, años más tarde, impulsaría la creación del Centro de Biomateriales. Sin embargo, la idea de establecer una estructura de investigación dedicada específicamente a los biomateriales vino directamente de Justo Nieto, quien ya como recto sugirió a Monleón la posibilidad de crear un departamento enfocado en biomateriales. En una conversación mantenida en 1996 en su despacho, Nieto le alentó a considerar esta opción, y aunque en un principio la idea parecía inalcanzable para Monleón, un año después, con el concepto de las ENCIs cobrando fuerza, comenzó a parecer una posibilidad real.

En el verano de 1997, Monleón volvió al despacho del rector para discutir la viabilidad de la propuesta. Nieto le dio su respaldo y prometió proporcionar el apoyo necesario para materializar la iniciativa. Este respaldo impulsó al grupo a avanzar con el proyecto, que debía cumplir con ciertos requisitos de publicaciones, proyectos e ingresos. Para superar las limitaciones de personal, lograron atraer a compañeros de otros departamentos para que se unieran a la propuesta. Durante el verano de ese mismo año, Monleón recorrió en coche las empresas del sector biomédico de la Comunidad Valenciana con el objetivo de constituir un patronato de apoyo para la iniciativa. Finalmente, en 1999, el Centro de Biomateriales fue oficialmente aprobado.

El CBIT comenzó su andadura en un espacio modesto, aunque suficiente para sus primeras actividades, y no fue hasta 2001 cuando se trasladó a unas instalaciones más amplias. En 2008, el CBIT se estableció en su ubicación actual en la Ciudad Politécnica de la Innovación (CPI), un espacio creado bajo la iniciativa de Justo Nieto para facilitar la innovación y la transferencia de tecnología. La consolidación y el crecimiento del CBIT contaron con el apoyo de otras figuras importantes de la UPV, como el vicerrector Vicente Hernández, quien jugó un papel crucial en la mudanza del CBIT a la CPI.

Cabe destacar otra iniciativa promovida por Justo Nieto en 2000, el Centro en Red de Investigaciones Biomédicas (CRIB), una estructura que reunía a todos los grupos de investigación de la UPV dedicados a temas bio en aquellos primeros años de desarrollo del área. El CRIB, dirigido por el profesor Ferrero Corral, sentó las bases para la creación de la titulación de Ingeniería Biomédica y para el desarrollo de su primer plan de estudios, en colaboración con otros centros de investigación de España.

La evolución del CBIT y su consolidación dentro de la UPV reflejan el impacto de la visión y el liderazgo del rector Nieto durante su mandato, que abarcó desde 1985 hasta 2004. Bajo su rectorado, la UPV pasó de ser una institución centrada principalmente en la docencia a convertirse en un referente en investigación y desarrollo tecnológico. En esta transición, los cambios legislativos, como la Ley de Reforma Universitaria y la Ley de la Ciencia, proporcionaron un marco adecuado para fomentar la investigación. Sin embargo, fue la visión de Justo Nieto lo que permitió que la UPV aprovechara estas oportunidades, movilizando recursos y facilitando la colaboración entre investigadores, empresas y otras instituciones académicas.

El modelo de las EPIs facilitó la consolidación y el desarrollo de grupos de investigación en la UPV, con independencia de la estructura jerárquica departamental, y permitió que la Universidad se integrara en redes de colaboración nacionales e internacionales. Además, fortaleció la formación de estudiantes de grado y posgrado, que recibieron una educación orientada a la innovación y el descubrimiento. El CBIT, en particular, ha sido un ejemplo destacado de cómo la investigación y la docencia pueden integrarse en una estructura interdisciplinaria y cómo esta combinación enriquece la experiencia educativa y profesional de los estudiantes.

Al reflexionar sobre el pasado, es posible observar la profunda transformación que ha experimentado tanto la UPV como el sistema universitario español en los últimos cuarenta años. Este proceso de cambio tuvo un impulso decisivo durante el rectorado del profesor Justo Nieto, quien lideró un periodo de transición clave en una sociedad que, en ese momento, aún se encontraba aislada de Europa y comenzaba a dejar atrás las secuelas de una dictadura. Durante este tiempo, la evolución legislativa y un incremento notable en el presupuesto para la universidad ofrecieron oportunidades antes inalcanzables. Existía la posibilidad de emprender nuevos proyectos, pero también la necesidad de decidir en qué dirección llevarlos, en un contexto en el que el pasado se dejaba atrás y el futuro permanecía lleno de posibilidades.

Justo Nieto, como rector, dirigía la universidad hacia un horizonte de innovación y apertura, en un entorno donde cada decisión estratégica encontraba una institución dispuesta a responder a sus directrices. Sin embargo, la realidad actual presenta un panorama diferente. La sociedad en la que está inmersa la universidad ha cambiado profundamente, y los recursos financieros disponibles para la educación superior se vieron afectados por la crisis de 2008, cuyos efectos aún persisten. Además, el entorno en el que operan hoy las universidades es más complejo, con una competencia creciente de instituciones privadas que buscan captar estudiantes, así como una estructura educativa preuniversitaria que ha evolucionado de manera desigual.

Las condiciones que ofrecían cierta libertad en el pasado ahora están sujetas a una serie de limitaciones, muchas de ellas derivadas de la integración europea. Es probable que el final del rectorado de Justo Nieto coincidiera con un momento de normalización para la universidad española, en un sentido menos positivo: el de la eliminación de la incertidumbre y la aceptación de un modelo institucional adaptado a una sociedad en la que los cambios profundos y reales parecen menos posibles. Incluso si el liderazgo universitario actual concibiera proyectos ambiciosos, la respuesta institucional sería distinta debido al tamaño y la estructura de la universidad, que, como en el caso de muchas organizaciones grandes, ha ganado en complejidad a costa de perder la agilidad que caracterizó sus primeros años de transformación.

Esta normalización ha traído consigo una serie de efectos negativos en todos los aspectos de la vida universitaria. Uno de ellos es el crecimiento de la burocracia, que ha aumentado en lugar de disminuir con la implementación de sistemas digitales, dificultando la labor del personal docente e investigador. La docilidad de los diferentes estamentos universitarios también se ha vuelto más pronunciada, mientras que la pedagogía ha alcanzado un grado de formalización excesivo, y los programas de estudio han perdido flexibilidad, alejándose de la idea defendida por Nieto de que “el alumno debe ser gestor de su currículo”.

A esto se suma la presión creciente por la publicación académica, que ha promovido un enfoque cuantitativo y, en algunos casos, ha llevado a una proliferación de publicaciones en revistas de acceso abierto con fines comerciales. La confusión entre los ámbitos público y privado en las actividades de I+D+I de la universidad plantea además un riesgo para la credibilidad y la imparcialidad de su conocimiento especializado, generando dudas sobre la objetividad de una institución que la sociedad considera al servicio del interés público y no subordinada al beneficio económico.

Estos y otros temas, que merecen una reflexión profunda y detallada, ilustran los desafíos y limitaciones que enfrenta la Universidad en la actualidad, en un contexto muy distinto al que permitió los cambios y avances significativos del rectorado de Justo Nieto.

El grupo crece y los años pasan: el CBIT en 2022.