colabora Fernando Romero
Introducción
La historia del Departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València (UPV) se remonta a la década de los años 80, un periodo que marcó un antes y un después en la gestión urbanística en España. Justamente en esta década, se inicia una gestión urbanística sin precedentes en el país, y en el Departamento existían equipos de profesores que se habían integrado en la Escuela de Arquitectura a partir del ejercicio profesional, lo que les permitía estar profundamente conectados tanto con el mundo empresarial como con la administración pública. Esta conexión facilitó que, desde la propia Universidad, se pudieran ofrecer servicios de planeamiento y gestión urbanística. Fue en este contexto que el Departamento comenzó a desempeñar un papel crucial en la configuración del urbanismo valenciano, aprovechando el conocimiento académico y la experiencia profesional de un equipo de profesores que ya se habían integrado a la Escuela de Arquitectura tras años de práctica en el ámbito empresarial y la administración pública. Esto les permitió, desde la propia Universidad, ofrecer servicios de planeamiento y gestión urbanística que se adaptaban a la creciente complejidad de la materia, cubriendo un vacío existente en la especialización urbanística del momento.
Edificios ruinosos. Supuestos de demolición y procedimiento
Una de las principales aportaciones del departamento fue la publicación de “Edificios ruinosos: supuestos de demolición y procedimiento”, obra de José Vicente Ferrando Corell, que ha estado presente en librerías especializadas durante más de tres décadas. Publicada por primera vez en 1989, la obra aborda el concepto urbanístico de “edificio ruinoso”, el cual empezó a considerarse en el cuerpo normativo de la legislación española a partir de la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana de 12 de mayo de 1956. Antes de esa fecha, la ruina de un edificio se trataba como un hecho físico que afectaba al elemento construido, pero sin una regulación específica que definiera los derechos y obligaciones de los propietarios, usuarios y administraciones responsables en términos de seguridad ciudadana.
La Ley de 1956 estableció un enfoque más complejo para el concepto de edificio ruinoso, que debía ser entendido desde tres perspectivas: la ruina económica, la ruina técnica y la ruina urbanística. La ruina económica hacía referencia al desembolso necesario para restablecer el estado de uso del bien, mientras que la ruina técnica se relacionaba con la complejidad técnica para corregir el deterioro estructural. Por su parte, la ruina urbanística consideraba la conveniencia de mantener o no la edificación dentro de una trama urbana que pudiera requerir un nuevo trazado. Este triple enfoque resultaba complejo, ya que implicaba ramas del conocimiento diversas y sus decisiones generaban importantes repercusiones en los ámbitos civil, económico y cultural. Aspectos como los arrendamientos, las obligaciones de mantener el estado de seguridad y la preservación del patrimonio cultural se vieron involucrados en este concepto.
La obra de José Vicente Ferrando Corell destacó por dotar de un esqueleto a este concepto tan complejo. Hasta la publicación de “Edificios ruinosos: supuestos de demolición y procedimiento”, la doctrina existente sobre el tema se había enfocado exclusivamente desde una perspectiva jurídica. La innovación de Ferrando consistió en abordar el problema desde un enfoque global e interdisciplinario, integrando los planteamientos jurídicos, apoyados por la doctrina del Tribunal Supremo, con conocimientos de la ciencia de la construcción, la valoración inmobiliaria y el estudio urbanístico. Esta perspectiva integral permitió superar la división entre juristas y arquitectos, quienes a menudo encontraban difícil comprender los aspectos técnicos y legales de la ruina de un edificio. Además, la obra ha sido una herramienta fundamental para las administraciones locales y los tribunales, que han encontrado en ella un soporte sólido para la toma de decisiones en procesos de declaración de ruina.
La publicación ha venido a solventar un problema práctico significativo: la dificultad de los juristas para interpretar los aspectos técnicos y de los arquitectos para manejar el lenguaje jurídico. De igual manera, dado que el procedimiento para declarar un edificio ruinoso suele iniciarse en las Administraciones Locales y puede terminar en la vía jurisdiccional, el libro ha sido un recurso de gran apoyo tanto para promotores, peritos y administraciones. Esta utilidad práctica ha permitido que la obra se mantenga en el mercado y sea utilizada durante más de tres décadas, gracias a sus actualizaciones periódicas, en respuesta a los cambios legislativos y jurisprudenciales.
La legislación urbanística ha evolucionado con el tiempo, pero la formulación del concepto de edificio ruinoso y su declaración han permanecido en gran medida inalterados, aunque se han hecho más comprensibles gracias a los aportes de la jurisprudencia y la doctrina. El pronunciamiento del Tribunal Constitucional en la Sentencia 61/1997, que estableció la competencia en materia de urbanismo en las Comunidades Autónomas, llevó al autor a adaptar la obra a las nuevas realidades normativas de cada comunidad. Estas adaptaciones han sido fundamentales para mantener la relevancia de la publicación, la cual ha pasado por cinco ediciones (1989, 1990, 1994, 2008 y 2021), y ha logrado ser una referencia continua en el ámbito doctrinal de la materia. La obra ha integrado los diferentes cuerpos normativos autonómicos, ofreciendo un análisis detallado de la legislación y proporcionando ejemplos prácticos que ilustran las problemáticas más comunes a las que se enfrentan los profesionales del sector.
El libro de Ferrando Corell también ha tenido un impacto considerable en el ámbito académico, siendo utilizado en cursos y programas de formación en urbanismo y derecho. La obra proporciona una comprensión profunda del concepto de edificio ruinoso y su aplicación en la práctica, mostrando cómo la legislación puede afectar la realidad física de una ciudad. El enfoque interdisciplinario y práctico ha permitido que esta obra sea valorada tanto por arquitectos, abogados y funcionarios públicos, como por académicos interesados en la interacción entre derecho y urbanismo. La longevidad y el éxito de la obra reflejan su capacidad para adaptarse a los tiempos y seguir ofreciendo respuestas útiles y aplicables a los desafíos del urbanismo contemporáneo, contribuyendo a una mejor comprensión de la relación entre las normativas legales y las necesidades urbanísticas de las ciudades.
El régimen urbanístico de la Comunidad Valenciana
Otra aportación relevante del departamento fue la publicación de “El régimen urbanístico de la Comunidad Valenciana”, escrita por Fernando Romero Saura y José Luis Lorente Tallada y publicada en 1996. Esta obra tuvo una gran importancia debido a la promulgación de la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística de la Comunidad Valenciana en 1994, que introdujo un nuevo escenario urbanístico con formulaciones novedosas y desconcertantes en el contexto del urbanismo español. La mayor innovación fue la figura del agente urbanizador, una figura que carecía de precedentes en la gestión urbanística tradicional y que permitía a particulares o empresas urbanizar terrenos ajenos con autorización municipal, sin necesidad del consentimiento del propietario. Esta disposición fue considerada revolucionaria, pero también generó controversia e incertidumbre, especialmente entre los propietarios de terrenos que veían afectados sus derechos tradicionales.
Hasta entonces, los propietarios de suelo tenían la libertad de decidir si urbanizaban o no sus terrenos, y en algunos casos era el propio Ayuntamiento el que tomaba la iniciativa y se encargaba de la urbanización, cobrando los costes correspondientes a los propietarios. La aparición del agente urbanizador cambió radicalmente esta dinámica y, aunque en un principio resultó desconcertante para los diferentes agentes urbanísticos, con el tiempo se demostró que esta figura permitía una gestión más eficaz del suelo y contribuyó al llamado boom urbanístico que se produjo a partir de 1995.
La publicación proporcionó una base sólida para la interpretación y aplicación de la nueva normativa, ofreciendo una perspectiva práctica y contextualizada que ayudó a los profesionales a familiarizarse con las nuevas reglas del juego en el urbanismo valenciano. La figura del agente urbanizador, que inicialmente resultó controvertida, fue gradualmente aceptada y adoptada por el resto de comunidades autónomas, que al observar los buenos resultados obtenidos en la Comunidad Valenciana, incorporaron esta figura en sus propias legislaciones. Además, la popularidad de la obra y su relevancia práctica llevaron a que la Universitat Politècnica de València fuera solicitada para participar en proyectos urbanísticos destacados en la Comunidad Valenciana, incluyendo desarrollos en Benidorm y otras áreas del litoral valenciano.
Cartografía histórica de la ciudad de Valencia 1704-1910
Otra aportación destacada del departamento fue la publicación de “Cartografía histórica de la ciudad de Valencia 1704-1910”, un libro editado por el Ayuntamiento de Valencia en 1985. Este trabajo fue un importante esfuerzo de catalogación cartográfica, que situó a Valencia a la vanguardia de este tipo de investigaciones y contribuyó significativamente a los estudios sobre la historia urbana de la ciudad. La obra consistía en una compilación exhaustiva de planos históricos, comenzando por el conocido plano del padre T. V. Tosca, en su versión manuscrita y grabada, cuya cronología fue corregida a 1738, en lugar del año 1704 que figuraba en la imagen, gracias a un análisis detallado de las imágenes y las rotulaciones.
Además de los planos de Tosca, la obra incluía reproducciones de diversos planos destacados, como el “Plano de la ciudad de Valencia al ser atacada por el mariscal Moncey en 1808”, el “Plano de Valencia y sus contornos” de Cortés y Chacón (1811), y el “Plan de Valence” del mariscal Suchet de 1828. También se incluyeron planos geométricos, como el de Francisco Ferrer, que contenía una relación completa del callejero de la ciudad y la numeración de las manzanas, y planos de contenido urbanístico, como el de Montero de Espinosa de 1853, que respondía a la normativa de 1842 que obligaba a realizar planos de las ciudades de crecido vecindario.
La obra abordaba también el primer Ensanche de 1858, incluyendo el plano de Montero junto con una primera propuesta para extender la ciudad más allá de las murallas. Este plano se utilizó en el informe sobre el cólera, graficando los fallecidos sobre el mapa y tratando de establecer relaciones entre la mortandad y la anchura de las calles. Asimismo, se incluyeron proyectos de ensanche como el de Calvo Ferreres y Arnau de 1884, que marcaron el crecimiento urbano de Valencia siguiendo la conocida manzana rectangular con ángulos achaflanados. La serie culmina con el “Proyecto de reforma interior” del arquitecto municipal Federico Aymamí Faura, que plasmó las ideas reformistas del Ayuntamiento de Blasco Ibáñez.
El trabajo tuvo un gran impacto, ya que la recopilación de los planos, algunos inéditos hasta el momento, sirvió de base para numerosos estudios e investigaciones sobre el desarrollo urbano de Valencia. La calidad de los planos y la información proporcionada facilitó que fueran utilizados como referencia en investigaciones posteriores, situando a la ciudad de Valencia en una posición destacada dentro del ámbito de la investigación histórica y urbanística. Esta obra no solo permitió entender la evolución física de la ciudad, sino también la influencia de las decisiones políticas y sociales en la transformación de su espacio urbano.
Valencia entre el ensanche y la reforma interior
Finalmente, una cuarta aportación importante del departamento fue la publicación de “Valencia entre el ensanche y la reforma interior”, escrita por Francisco Taberner Pastor y publicada en 1987 por Edicions Alfons el Magnànim. La obra fue resultado de la tesis doctoral de Taberner, dirigida por Fernando Romero Saura, y es considerada la primera tesis sobre la ciudad de Valencia y la cuarta en toda España sobre este tema. Este trabajo fue pionero en el estudio del desarrollo urbano de la ciudad, centrándose en los procesos de ensanche y reforma interior a lo largo del siglo XIX, con especial atención a la normativa que orientó el crecimiento urbano y la mejora de las condiciones de vida.
El libro comienza con el análisis de la normativa estatal de 1848, que obligaba a trazar planos geométricos de las ciudades de crecido vecindario, dando lugar al conocido plano de Vicente Montero de Espinosa. Este plano fue uno de los grandes descubrimientos de la investigación de Taberner y fue dado a conocer en la revista CIMAL en 1982. A partir de ahí, se analizaron los diferentes proyectos de ensanche, desde el fallido intento de 1858 hasta el de los arquitectos Calvo Ferreres y Arnau, aprobado en 1887, que daría lugar a la ordenación del primer ensanche de la ciudad. Esta etapa se prolongaría posteriormente con el plan de ensanche de Francisco Mora de 1912 y con su revisión en los años 20.
La obra también profundiza en la regulación de las manzanas del ensanche y las condiciones de la vivienda, así como en los condicionantes para la implantación de industrias dentro de la ciudad. Estas normativas y proyectos urbanísticos fueron configurando un paisaje urbano en constante evolución, que culminó con los intentos de reforma interior iniciados en el siglo XIX. Entre estos proyectos, destaca el ambicioso plan de Federico Aymamí de 1910 y la regeneración del centro de la ciudad durante la dictadura de Primo de Rivera, bajo la alcaldía del Marqués de Sotelo, que incluyó el diseño de la actual plaza del Ayuntamiento.
Las dos estrategias urbanísticas, el ensanche y la reforma interior, se entienden en la obra como dos formas complementarias de intervenir sobre la ciudad. Ambas respondían a diferentes necesidades y objetivos, pero contribuyeron de manera conjunta a la formación de la Valencia moderna. La investigación de Taberner, al documentar estos procesos y evaluar sus resultados, proporcionó una visión detallada de los retos y logros del urbanismo valenciano en un periodo de grandes transformaciones. La obra se agotó rápidamente tras su publicación, pero su influencia se mantiene hasta hoy, y sigue siendo un referente para quienes estudian la historia urbanística de Valencia.