colaboran Ignacio Fernández de Lucio y Antonio Gutiérrez
El Instituto de Gestión de la Innovación y del Conocimiento INGENIO (CSIC-UPV) es una institución mixta fundada entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV). Aunque su inauguración oficial fue el 23 de noviembre de 1999, sus miembros fundacionales ya trabajaban juntos desde hacía casi una década en las áreas que definirían al instituto desde el inicio como centro de investigación. Actualmente, veinticinco años después de su creación, INGENIO es una institución consolidada y reconocida mundialmente en estudios de ciencia, tecnología e innovación, con un creciente número de investigadores y una expansión constante en sus frentes de investigación, manteniendo además una interacción continua con actores socioeconómicos.
El texto que sigue se basa en el análisis realizado por el propio instituto en su 20.º aniversario y refleja las experiencias y los cambios fundamentales en su trayectoria.
Fundación de INGENIO (CSIC-UPV)
La creación de INGENIO (CSIC-UPV) se originó a partir de la colaboración entre Ignacio Fernández de Lucio y Antonio Gutiérrez Gracia, ambos investigadores del CSIC, con la UPV a través del Centro de Transferencia de Tecnología (CTT) de esta universidad. Este centro, fundado en 1989, se alineaba con una tendencia en las universidades europeas de ese período: establecer unidades que facilitaran las relaciones entre profesores dedicados a la I+D y los actores sociales. Tras casi una década de colaboración en el CTT, y al llegar el momento en que ambos investigadores debían, al menos en teoría, regresar a sus respectivos puestos en institutos del CSIC, Justo Nieto, rector de la UPV en ese entonces, propuso crear un centro mixto CSIC-UPV que permitiera continuar la labor en torno a la gestión del conocimiento y la innovación, construida durante el periodo 1989-1999 en el CTT.
El proceso de fundación de este nuevo instituto, basado en la experiencia acumulada en el CTT, no fue sencillo. Nieto deseaba promover un cambio cultural en la Universidad Politécnica de Valencia, pasando de ser un centro orientado principalmente a la formación de ingenieros y técnicos, hacia una universidad caracterizada por una investigación de excelencia y relevancia. Como parte esencial de su política de I+D, la UPV buscaba estimular la investigación mediante la incorporación de personal investigador experimentado. La juventud de la UPV y de muchos de sus profesores llevó a considerar la creación de cátedras ad hoc o institutos mixtos de investigación como mecanismos ideales para este propósito. Tal política respondía a la convicción de que un apoyo de calidad a las empresas debía sustentarse en una investigación robusta. A su vez, en lugar de competir con la amplia red de institutos tecnológicos de la Comunidad Valenciana, la UPV aspiraba a proporcionar los conocimientos necesarios para consolidar una red eficaz de servicios avanzados a las empresas.
Para que esta transformación cultural se afianzara en la UPV, era crucial no solo mantener las actividades realizadas en el CTT, sino también profundizar, desde una perspectiva teórica, en el conocimiento generado a través de estas experiencias, reconocidas mundialmente en los estudios sobre la tercera misión de las universidades.
La propuesta de crear un instituto mixto con la UPV planteó inicialmente retos importantes en las negociaciones con el CSIC, pues era necesario justificar el propósito y el marco teórico que sustentaría esta nueva institución. A pesar de las dificultades iniciales, la determinación de Justo Nieto y la buena reputación de los investigadores del CSIC facilitaron finalmente el acuerdo entre ambas instituciones para explorar la viabilidad del proyecto.
A partir de la iniciativa de institucionalizar la labor del CTT en la UPV, se comenzó a trabajar sistemáticamente en la elaboración de un informe que justificara ante las autoridades la necesidad de un nuevo instituto. Según este informe, el instituto sería un centro de competencia, reflexión y acción para el desarrollo de metodologías y modelos de gestión del conocimiento, con el objetivo de contribuir al análisis y transformación de los Sistemas de Innovación. Además, aspiraba a convertirse en un centro de referencia en su ámbito, con una marcada dimensión iberoamericana. El informe también detallaba que la estrategia del instituto se basaría en una relación constante entre análisis teóricos y empíricos, con un enfoque pluridisciplinar, así como en la colaboración fluida con grupos similares tanto en España como en el extranjero y con otros agentes sociales interesados en sus líneas de trabajo. Desde sus inicios, uno de los aspectos fundamentales del instituto sería la utilidad práctica de los resultados de sus investigaciones.
Asimismo, se resaltaba en todo el texto fundacional la singularidad de la investigación que llevaría a cabo este nuevo centro. INGENIO se concebía como un instituto enfocado en un área de estudio prácticamente inexplorada en el ámbito nacional, pero consolidada o emergente en otros países. Esta originalidad en las áreas de trabajo fue clave para su éxito, permitiendo su expansión y transformación a lo largo de los años, tal y como se planteaba en los fundamentos de su creación. En el informe inicial también se exponía la necesidad de analizar los cambios y efectos de las nuevas tecnologías y los procesos de innovación mediante una plataforma de investigación pluridisciplinar, con una relación permanente entre análisis teóricos y estudios empíricos, similar a lo que se observaba en EE. UU. y algunos países europeos. Se subrayaba, además, que en España no existían centros de investigación dedicados a estudiar la innovación de forma estructurada, a pesar de contar con catedráticos de renombre en este campo que aún no habían consolidado equipos de trabajo con la masa crítica necesaria. El informe hacía evidente el retraso de España en la investigación y docencia en innovación, pese a la existencia de estos destacados académicos.
Finalmente, el Instituto INGENIO (CSIC-UPV) obtuvo la aprobación de ambas instituciones a finales de 1999, iniciando sus actividades en un modesto local de 60 metros cuadrados en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales. El equipo fundador estaba compuesto por cinco personas: los dos investigadores proponentes, dos doctorandos (Fernando Jiménez Sáez y Joaquín Azagra Caro) y un cooperante francés, Laurent Bataille, facilitado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia. Pocos meses después, Marisa Rodríguez Mondragón se incorporó al equipo para encargarse de las tareas de gestión.

Los fundadores de INGENIO (Antonio Gutiérrez e Ignacio Fernández de Lucio junto a Justo Nieto y Montse Robles)
Los primeros años, desde la fundación hasta el Plan Estratégico de 2004
El crecimiento y desarrollo de INGENIO (CSIC-UPV) han seguido una lógica de legitimación institucional. No obstante, esto no significa que hubiera una estrategia detallada para fortalecer las relaciones con sus instituciones fundadoras, el CSIC y la UPV. En cada etapa, los fundadores, con amplia experiencia en la gestión de organizaciones dentro del contexto académico español y que habían colaborado en la creación de diversos institutos de investigación en la UPV, buscaron soluciones que les permitieran responder a las demandas, explícitas o implícitas, de ambas instituciones.
Para asegurar el desarrollo del Instituto, fue necesario obtener una financiación continua, espacios adecuados y un personal en expansión, considerando las condiciones iniciales. En cuanto a la financiación, el CSIC y la UPV cubrieron los gastos de mantenimiento, pero, como es habitual en la ciencia en España, no proporcionaron fondos para los proyectos de investigación, los cuales fueron financiados a través de diferentes fuentes externas a ambas entidades.
El presupuesto inicial de INGENIO apenas superaba los 100.000€, cantidad que se triplicó en cinco años y se sextuplicó en diez. En los inicios, los contratos representaban la principal fuente de financiación. A partir de una evaluación del CSIC en 2004, se indicó que se debía priorizar la excelencia científica sobre la relevancia práctica; desde entonces, los proyectos de investigación superaron a los contratos como principal fuente de financiamiento y han mantenido esa posición. Aunque la disminución de los ingresos por contratos moderó el crecimiento, el instituto logró superar el millón de euros a los 20 años, diez veces más que su presupuesto inicial. Cabe destacar que esta trayectoria ascendente en la captación de fondos, junto con la reinversión de los excedentes de contratos, permitió a INGENIO incrementar su personal y retener a investigadores sin contrato fijo, incluso durante la crisis económica de 2010, un periodo en el que otros centros del CSIC en Ciencias Sociales y Humanidades redujeron su plantilla hasta un 25 %.
Desde sus inicios, las Comunidades Autónomas tuvieron gran notabilidad en la financiación del Instituto, y a partir de 2005 la financiación nacional comenzó a ganar relevancia. A partir de 2009, los fondos de la Unión Europea y fuentes internacionales adquirieron un rol preponderante, evidenciando la apertura de INGENIO a horizontes más amplios.
Un aspecto fundamental en el proceso de legitimación institucional fue la provisión de espacio adecuado para sustentar el crecimiento del Instituto, ya que en cualquier institución académica los espacios para desarrollar actividades científicas suelen ser una limitante. La cuestión de un “nuevo espacio para una nueva institución” se resolvió en 1999 gracias a las buenas relaciones de los fundadores con el rector de la UPV. Inicialmente, INGENIO se ubicó en un espacio de 60 m² en el edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, aunque el convenio de fundación estipulaba que “la instalación definitiva tendrá lugar a comienzos del año 2000 en un edificio de nueva construcción en el campus de la UPV, con una superficie aproximada de 700 metros cuadrados”. Sin embargo, gracias al compromiso de las autoridades universitarias, dos años después el Instituto se trasladó a un espacio más amplio de 180 m², y en 2007, con la inauguración de la Ciudad Politécnica de la Innovación, INGENIO finalmente obtuvo un espacio propio, donde se encuentra hasta hoy.
Desde sus inicios, el Instituto tenía como necesidad urgente expandirse, buscando incorporar más investigadores y doctorandos. Esta tarea resultó complicada, primero, porque ni en el CSIC, ni en la UPV, ni en otras universidades españolas había investigadores con el perfil adecuado; segundo, porque INGENIO carecía del atractivo suficiente para captar a investigadores y doctorandos debido a su pequeño tamaño, la falta de investigaciones relevantes en el área y sus recursos limitados. Ante esta situación, el Instituto desplegó diversas estrategias con resultados variados.
Una de las estrategias fue captar investigadores del CSIC y de las universidades valencianas en áreas cercanas a las que se trabajaba en INGENIO. Así, se integraron tres investigadores del CSIC, otros tres de la UPV y dos de la Universitat de València a tiempo parcial. La adaptación de estos investigadores resultó compleja, pues sus líneas de investigación diferían significativamente de las del Instituto. Otra estrategia fue atraer a investigadores europeos con financiación de las becas Marie Curie. Se lograron incorporar dos investigadores, aunque no eran los candidatos ideales para la situación en la que se encontraba el instituto, y la falta de contactos en redes europeas de referencia en esa época dificultó encontrar mejores opciones. Una tercera vía fue la realización de informes sobre temas de innovación territorial, aprovechando los contactos del Instituto en la Comunitat Valenciana y otras Comunidades Autónomas. Estos contratos permitieron sostener a los dos doctorandos iniciales y sumar otros, como Adela García Aracil, además de atraer a doctorandos latinoamericanos excelentes, utilizando los vínculos que el Instituto había desarrollado en esos países. Estos doctorandos se complementaron con otros que financiaron sus estudios de doctorado en INGENIO con fondos externos. Esta estrategia fue la más exitosa y la presencia de estos doctorandos en congresos europeos de referencia inició el reconocimiento de INGENIO en redes europeas de estudios de innovación.
La consolidación y el funcionamiento de una unidad científica no solo dependen del equipo de investigación, sino también del personal administrativo y de servicios que soporte sus actividades. En el año 2000, la Universidad contrató a Susana Pérez Vehi como secretaria para organizar el trabajo administrativo, y a finales de ese año el CSIC facilitó la incorporación de Marisa Rodríguez Mondragón como funcionaria encargada de las cuestiones económicas. En 2003, Isabel Piqueras Pardo, también funcionaria del CSIC, se unió como gerente, y, junto a los dos fundadores, constituyó uno de los pilares del Instituto durante sus primeros 15 años. Las necesidades informáticas fueron atendidas inicialmente con fondos propios del Instituto, hasta que en 2005 se incorporó Esther Planells Aleixandre, informática proveniente del CSIC, lo que representó un gran avance para el funcionamiento del Instituto.
Durante los primeros cinco años tras su fundación, el crecimiento de INGENIO consistió en preparar al Instituto para su despegue posterior, basándose en la fortaleza de sus conocimientos empíricos, más que en la excelencia científica. Sin embargo, en la evaluación del CSIC del Plan Estratégico de 2004, se destacaron críticas respecto a la falta de excelencia científica, señalándose el bajo impacto de sus publicaciones. Se recomendó que el Instituto aumentara la calidad de sus investigaciones, además de realizar informes y consultorías para captar más recursos humanos. También se sugirió reducir la dispersión de sus líneas de investigación, con el fin de lograr un enfoque más coherente y sólido.

Antonio Gutiérrez, Elena Castro e Ignacio Fernández de Lucio, equipo directivo de INGENIO entre 2004 y 2014
El viraje europeo en busca de la excelencia científica o la internacionalización de INGENIO (CSIC-UPV)
Según manifestaron los fundadores y Elena Castro Martínez, científica incorporada en 2004, el equipo de INGENIO “venía de la gestión” y actuaron como lo harían las empresas: planificando la resolución de las debilidades señaladas en la evaluación del Plan Estratégico. Para ello, se decidió eliminar una línea de investigación que carecía de investigadores dispuestos a trabajar en ella bajo la nueva orientación científica. Al mismo tiempo, se buscó reclutar investigadores experimentados cuyas líneas de investigación se alinearan con el trabajo realizado en INGENIO y que estuvieran integrados en redes europeas de investigación.
En esta reestructuración, INGENIO apoyó la creación de una spin-off de la UPV: la empresa ICA2, dedicada al software y consultoría en gestión del conocimiento, que aún continúa operativa. Paralelamente, se emprendió la búsqueda de investigadores senior fuera de España, contactando con centros de referencia en estudios de innovación. El primer investigador captado mediante esta estrategia fue Jordi Molas Gallart, proveniente del Science Policy Research Unit de la Universidad de Sussex, uno de los centros de investigación más prestigiosos a nivel internacional en el ámbito de la innovación. Molas Gallart, quien fue el autor principal de un informe sobre indicadores de actividades de tercera misión en universidades, tema de interés para INGENIO, se incorporó al instituto en 2005. Su llegada incrementó la visibilidad de INGENIO en el mundo anglosajón y actuó como un imán para otros investigadores de dicho centro.
El impulso a esta línea de crecimiento y fortalecimiento de INGENIO se vio beneficiado en 2008, cuando el CSIC encargó a un equipo internacional de investigadores la evaluación de sus centros de investigación. A diferencia de la evaluación interna anterior del CSIC, en esta ocasión INGENIO fue clasificado como líder entre los centros de Ciencias Sociales y Humanidades. El equipo evaluador elogió la nueva orientación del instituto, destacando la mejora en la calidad de sus publicaciones y la notable presencia de sus doctorandos en congresos internacionales. Además, el Instituto continuaba demostrando una fuerte interacción con la sociedad. Este equipo recomendó apoyar el fortalecimiento de INGENIO, lo que proporcionó argumentos a su dirección en las negociaciones de plazas dentro del CSIC en años posteriores.
Como resultado, INGENIO volvió su mirada hacia Europa y comenzó a incorporar progresivamente a investigadores bien formados en el extranjero. Esto se tradujo en un mayor poder de atracción para el Instituto y en una mejora de la calidad de sus publicaciones. Aunque el foco principal seguía siendo la relación entre ciencia e innovación, durante el periodo 2010-2015 el enfoque se amplió, abarcando temas como procesos, sectores y agentes en la innovación, economía, política científica y evaluación. Asimismo, se empezó a emplear una variedad más amplia de enfoques metodológicos provenientes de otras disciplinas, incluyendo estudios cuantitativos sobre ciencia y tecnología.
La relación de INGENIO con el entorno y la trayectoria personal
El prestigio y la relevancia de INGENIO (CSIC-UPV), así como su conexión con el entorno, se reflejan en las trayectorias de su personal y en las interacciones con diversos actores y audiencias que son destinatarios de su investigación y trabajo. La geolocalización de las ciudades donde han trabajado, previamente a su incorporación al instituto, las personas que han estado adscritas a INGENIO durante un período de al menos seis meses evidencian el alto grado de internacionalización y la diversidad geográfica de los miembros de INGENIO (CSIC-UPV).

Ciudades en las que han trabajado los investigadores de INGENIO (CSIC-UPV) antes de incorporarse al instituto.
Por otro lado, las ciudades donde ha trabajado el personal de INGENIO (CSIC-UPV) tras su paso por el Instituto, incluyendo a los estudiantes de doctorado que han leído su tesis allí. destacan que la red de influencia de INGENIO (CSIC-UPV) es amplia, especialmente en América Latina y Europa. Asimismo, reflejan el éxito de los doctorandos del Instituto, muchos de los cuales se han incorporado a centros de investigación de referencia en Europa o a universidades de América Latina como profesores.

Ciudades en las que han trabajado los investigadores de INGENIO (CSIC-UPV) tras su salida del instituto.
Los ámbitos geográficos a los que se dirige la investigación del Instituto, según una encuesta realizada tanto al personal en plantilla como a exmiembros de INGENIO (CSIC-UPV) son, principalmente, el nacional (26 %), Europa (22 %) y otros países (14 %). Sin embargo, la diversidad del Instituto también se refleja en la atención al entorno autonómico y local.
Finalmente, los actores externos con los que principalmente interactúan los miembros de INGENIO (CSIC-UPV) no se limitan al ámbito académico; el Instituto mantiene relacionas con su entorno, destacando las colaboraciones con ONG y fundaciones (23 %), empresas (18 %) y agencias responsables de políticas públicas.
Las organizaciones con las que interactúa INGENIO, además de tener una notable variedad geográfica, abarcando desde instancias locales hasta internacionales, tanto públicas como privadas, también son diversas en sus fines, lo que permite colaboraciones tanto con ONGs como con administraciones y empresas privadas.

Tipos de organizaciones con las que INGENIO (CSIC-UPV) interactúa y colabora.
Conclusión
A lo largo de sus 25 años de historia, INGENIO (CSIC-UPV) ha surgido y evolucionado con el objetivo de llenar un vacío en el ámbito académico en cuanto a estudios científicos sobre ciencia, tecnología e innovación. Su propósito inicial fue mucho más allá del asesoramiento y la consultoría, logrando consolidarse como un referente en la academia en estos campos. Este crecimiento ha sido posible gracias a la incorporación de nuevos investigadores de distintas nacionalidades, con perfiles y disciplinas diversas. El Instituto se ha mantenido en constante evolución, adaptándose a los cambios científicos en el área y siguiendo las directrices de sus entidades matrices y del entorno socioeconómico.
En sus inicios, en 1999, INGENIO era un pequeño grupo aislado de cinco personas, con una financiación de apenas 100.000€, cuyo objetivo principal era fortalecer las relaciones entre entidades científicas y la sociedad. Desde entonces, el instituto ha experimentado transformaciones continuas tanto a nivel científico como en su gestión, convirtiéndose en un centro de referencia en los estudios de ciencia, tecnología e innovación. Veinticinco años después, INGENIO cuenta con 55 integrantes y más de un millón de euros de financiación, posicionándose al mismo nivel que otros centros europeos destacados en este campo y plenamente integrado en redes internacionales.
Hoy en día, el instituto enfrenta el desafío de dar un paso más hacia el liderazgo, consolidando nuevas líneas de investigación y elevando el prestigio de algunos de sus investigadores en el ámbito global.

Diez años de INGENIO

Quince años de INGENIO

Veinte años de INGENIO