colabora Javier Martí Sendra
La creación y lanzamiento del proyecto que daría lugar al actual Instituto Universitario de Investigación en Tecnología Nanofotónica de la Universitat Politècnica de València (UPV), conocido desde sus inicios como el NTC (Nanophotonics Technology Center), fue resultado de una combinación de factores. Por una parte, destacó la ilusión y el esfuerzo de un equipo de personas (entre las que estaba Javier Martí Sendra) en la UPV y en otros entornos, y, por otra, la oportunidad que surgió en el año 2000 de retener en España ciertas capacidades de fabricación de chips microelectrónicos de Agere Systems (antigua planta de ATT en Tres Cantos, Madrid) y reorientarlas a la producción de chips fotónicos en la UPV.
En ese momento, se estaba gestando una colaboración entre la UPV (Grupo de Sistemas Radio-Fibra), el CSIC (Instituto de Materiales, dirigido por el Dr. Paco Meseguer) y un equipo de Agere Systems, liderado por Guillermo Sánchez, para la fabricación de microestructuras denominadas cristales fotónicos planares. En un momento determinado, se informó de que Agere planeaba cerrar su planta en Tres Cantos en un plazo de 30 días, despedir a casi 1.000 empleados y vender las líneas de fabricación en Asia. Ante esta noticia, surgió la posibilidad de proponer al consejero delegado de Agere Systems la donación de los equipos de fabricación a la UPV o al CSIC, bajo el compromiso de contratar a un equipo de ingenieros que pudieran preservar, de algún modo, el conocimiento y la experiencia en la fabricación de chips de dicha planta.
La idea fue presentada a la Secretaría de Estado del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y todo indicaba que era viable, siempre y cuando se respondiera rápidamente con el compromiso de cubrir los costos de embalaje y transporte de los equipos (ocho camiones) y de contratar a un equipo de ingenieros de Agere dispuestos a trasladarse a Valencia.
Para concretar esta oportunidad, era imprescindible una respuesta inmediata desde la UPV y el CSIC, en un plazo de menos de una semana, mediante una solicitud formal que incluyera el compromiso de recibir la donación de una línea completa de fabricación de chips. La urgencia era considerable, ya que otros grupos de investigación en España también mostraban interés en esta infraestructura. Con el proceso claro, se organizó una reunión urgente con el entonces rector de la UPV, Justo Nieto, y el secretario general, Vicente Castellanos, para exponer la magnitud de la oportunidad y los compromisos requeridos. La respuesta afirmativa fue inmediata, y en cuestión de días ya se coordinaba el embalaje y transporte de los equipos hacia Valencia, al tiempo que se contactaba con el equipo de ingenieros de Agere para ofrecerles empleo en la UPV. Aunque otras universidades y organismos de investigación en España conocieron la oportunidad, sus tiempos de respuesta fueron demasiado largos, y finalmente fue la UPV quien aseguró la donación de los equipos, valorada en ese entonces en más de 20 millones de euros.
A partir de ahí, se comenzó a desarrollar un proyecto preliminar para integrar tanto a los grupos científicos de la UPV y el CSIC, como al equipo tecnológico de Agere, con el objetivo de crear un Instituto de Investigación en Microtecnologías Fotónicas. Inicialmente, el proyecto se denominó “Microphotonics Technology Center” (MTC) y se concibió como una colaboración entre la UPV y el CSIC, con la participación del equipo de Agere. Para definir este proyecto, se celebraron numerosas reuniones con instituciones de toda Europa que trabajaban en la fabricación de microestructuras fotónicas, como la Universidad de Gante en colaboración con IMEC-Lovaina (Bélgica), la Universidad de Eindhoven (Países Bajos) y la Universidad de Saint Andrews (Escocia).
Tras recibir una línea completa de fabricación y procesamiento de obleas de silicio de 150 milímetros, los equipos se almacenaron temporalmente, ya que aún no se disponía de una sala limpia para su instalación. Posteriormente, se celebraron varias reuniones con la Generalitat Valenciana, en ese momento a través de la Secretaría Autonómica dirigida por Javier Quesada, y, de manera conjunta, entre la UPV, la Generalitat y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en las que también participó el rector Justo Nieto. Finalmente, se obtuvo financiación del Ministerio para la construcción del actual edificio 8F, donde se ubica el Instituto NTC, dotado de una sala limpia de 500 m² diseñada específicamente para la micro y nanofabricación industrial. Este logro fue posible gracias al constante apoyo del rectorado y a la habilidad y gestión del entonces gerente José Antonio Pérez, que facilitó la recepción de 13,5 millones de euros para la construcción de las infraestructuras necesarias para albergar la línea de fabricación.
Con los equipos de fabricación en su lugar, complementados con herramientas avanzadas para extender las capacidades de microfabricación a nanofabricación, una vez instalados en el edificio 8G, la infraestructura necesaria estaba completa. En 2005, el Consejo de Gobierno de la UPV aprobó la creación del Instituto de Investigación en Tecnología Nanofotónica (NTC), y en 2009 se entregó el edificio 8F, lo que permitió el inicio de la fabricación en un entorno de sala limpia.
Contar en 2009 con la capacidad tecnológica instalada para procesar obleas de silicio de 150 mm (6 pulgadas) situó a la UPV en una posición de liderazgo tecnológico en España, superando en tamaño y capacidad al Centro Nacional de Microelectrónica de Barcelona (CNM-CSIC), que en ese momento aún trabajaba con obleas de 4 pulgadas (100 mm). A partir de entonces, se propuso al Ministerio de Ciencia e Innovación que las instalaciones de la sala limpia del NTC, cumpliendo con los requisitos de tamaño e inversión necesarios para ser considerada una Infraestructura Científica y Tecnológica Singular (ICTS), fueran incluidas en el Mapa de Grandes Infraestructuras Científicas y Tecnológicas de España. Esto fue impulsado debido a que las capacidades de fabricación de chips avanzadas que se disponían excedían las necesidades internas del centro, lo cual justificaba su inclusión, como ya lo habían sido la sala limpia del CNM de Barcelona y la de la Universidad Politécnica de Madrid en el Instituto de Sistemas Ópticas y Microtecnología (ISOM).
En ese tiempo, el rector Justo Nieto había sido nombrado Conseller de Ciencia, Empresa y Universidad de la Generalitat Valenciana. A través de la Conselleria, se continuó planteando ante el Ministerio de Ciencia e Innovación el reconocimiento de las instalaciones del NTC como ICTS, con el apoyo constante y significativo del conseller y su equipo. Finalmente, en 2014, el Ministerio formalizó la inclusión de la sala limpia del NTC en el mapa de ICTS de España, como parte de la red distribuida de ICTS llamada MICRONANOFABS, reconocida por el Ministerio de Transformación Digital como un activo estratégico del PERTE CHIP en España.
Este relato histórico evidencia el papel crucial del rector Justo Nieto en las distintas etapas de creación y consolidación del actual Instituto de Investigación NTC. La decisión inicial de 2000 de actuar de inmediato para asegurar la donación de la línea completa de microfabricación de chips fue una medida estratégica de gran alcance. Si bien quienes le presentaron esta oportunidad en aquella reunión creyeron haberlo convencido de la relevancia de la iniciativa, posteriormente se comprendió que la visión de Nieto superaba incluso lo que inicialmente se planteaba. No solo captó la importancia estratégica, sino también la urgencia del proceso y el impacto futuro de esta decisión.
Actualmente, gracias a esa decisión clave, la UPV cuenta con la ICTS MICRONANOFABS, que proporciona más de 100 servicios anuales de micronanofabricación a empresas y organismos públicos de investigación y desempeña un papel fundamental en el desarrollo del ecosistema de semiconductores en España.