Instituto de Tecnología Química (ITQ)

colabora Jaime Primo

La creación del ITQ fue una iniciativa que, en su momento, tuvo un valor más allá de la constitución de un centro de investigación, pues marcó varios hitos que, de alguna forma, transformaron a la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).

Estos hitos fueron muy significativos:

• Con el ITQ se inició lo que el rector Nieto ya vislumbraba como la futura Ciudad Politécnica de la Innovación (CPI), que con el tiempo se ha convertido en una poderosa red de institutos de investigación.

• Por primera vez en nuestra universidad se creó un Centro Mixto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una fórmula prevista normativamente pero poco utilizada por el CSIC, que sirvió de modelo para otras iniciativas que se desarrollaron en paralelo.

• Se atrajo talento de alto nivel con la incorporación del grupo de investigación liderado por Avelino Corma, investigador en ese entonces del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC en Madrid, quien ya comenzaba a destacarse como uno de los científicos más importantes de nuestro país.

La creación de una red de institutos de investigación, comenzando con el ITQ y agrupando grupos de investigación científica y tecnológica de élite, fue clave para aumentar el prestigio de nuestra universidad, ya de por sí reconocida en el ámbito docente.

Treinta años después, se puede afirmar sin reservas que la creación del ITQ ha superado con creces las expectativas. En el ámbito de la química, el ITQ es el centro de investigación más destacado y productivo del país, y ha sido reconocido repetidamente con la mención “Severo Ochoa”, una distinción otorgada a pocos centros en España.

La trayectoria del ITQ está estrechamente ligada a la figura de Avelino Corma, su primer director y principal impulsor. Aunque el ITQ no es solo Corma, algunos datos sobre su carrera científica evidencian el nivel alcanzado por el instituto y el prestigio que ha aportado a nuestra universidad. Corma ha sido autor o coautor de más de 1,000 publicaciones científicas, la mayoría de ellas fruto de su trabajo en el Campus de Vera, y ha publicado en revistas de alto impacto como “Science” o “Nature”. Es el científico español más citado y uno de los más citados del mundo, y el primero en el área de Química-Física, según un estudio de la Universidad de Stanford.

Los inicios del ITQ

La productividad científica del ITQ desde su creación es extraordinaria, sumando las contribuciones de todo su personal investigador. Además, el ITQ cuenta con más de 200 patentes industriales, de las cuales 24 están en explotación comercial. Procesos y catalizadores desarrollados en el ITQ se utilizan actualmente en varias compañías de química, petroquímica y refino a nivel mundial.

Gracias al ITQ, la Universidad Politécnica de Valencia ha tenido el honor de ver a uno de sus miembros recibir 16 doctorados “honoris causa” y numerosos premios, entre ellos el Príncipe de Asturias y el Jaume I. En cada distinción, nuestra universidad ha sido representada por sus rectores, quienes consideraron estos logros de Avelino Corma y del ITQ como propios de la UPV.

Nuestra universidad también ha estado presente en dos momentos significativos: el nombramiento de Corma como miembro de la Academia de Ciencias de Francia y de la “Royal Society”, la sociedad científica más antigua del mundo, siendo uno de los cuatro españoles en recibir esta distinción.

¿Cómo se gestó esta iniciativa?

Esta iniciativa se concretó gracias a varias circunstancias favorables, pero principalmente por la voluntad del rector Nieto, quien vislumbró la necesidad de abrir una nueva vía en la Universidad. Nieto no dudó en tomar decisiones nuevas y valientes.

La buena relación personal y científica de Avelino Corma con la UPV, a través de Jaime Primo, profesor del Departamento de Química, fue clave. Cuando se le propuso trasladarse a Valencia, Corma no dudó; aunque bien establecido en el CSIC de Madrid, la posibilidad de volver a su tierra y comenzar una nueva etapa en la UPV le entusiasmó. Esto también motivó a los miembros de su grupo, muchos de ellos valencianos, quienes se unieron a esta aventura.

Avelino Corma y Eduardo Primo Yúfera, con Vicente Conejero inmediatamente detrás

Avelino Corma, Miguel Ángel Miranda y Pablo Jarillo en el ITQ en 2013

Se utilizó como base un convenio marco entre la UPV y el CSIC firmado años antes por el rector Carot, que, aunque inicialmente protocolario, sirvió de soporte para la creación del centro mixto.

El entonces presidente del CSIC, Emilio Muñoz, también apoyó la iniciativa, especialmente en un momento en que el CSIC buscaba una política de descentralización. Asimismo, Ignacio Fernández de Lucio, investigador del CSIC que se iba a incorporar a la UPV como director del nuevo Centro de Transferencia de Tecnología (CTT), fue un firme defensor de la creación del ITQ.

La incorporación de dos jóvenes investigadores al Departamento de Química de la UPV, Miguel Ángel Miranda y Hermenegildo García, también favoreció la creación del ITQ. Ambos han tenido destacadas carreras científicas y se encuentran entre los científicos más productivos y citados en el área de Química en España.

En sus instalaciones definitivas, se invitó a Eduardo Primo Yúfera, profesor emérito y expresidente del CSIC, a incorporarse al ITQ. Con 75 años, inició una nueva etapa en el ITQ, desarrollando una intensa actividad científica durante más de 10 años. Su presencia también contribuyó al prestigio del instituto.

La empatía entre Avelino Corma y Justo Nieto fue otro factor decisivo. En su primera reunión, ambos reconocieron mutuamente el potencial y empuje del otro, estableciendo una relación duradera que fue clave para el éxito de esta iniciativa.

No obstante, no todo fue fácil; algunas personas influyentes en la Universidad no veían con buenos ojos esta iniciativa, pensando que podría afectar sus áreas de poder o disponibilidad de recursos. Sin embargo, los problemas se resolvieron, y en 1990 se constituyó oficialmente el Instituto de Tecnología Química como centro mixto entre el CSIC y la UPV. Jaime Primo, entonces director del Departamento de Química, fue el “socio” universitario necesario para su creación.

Inicialmente, y con ciertas limitaciones, se aprovecharon unas plazas de aparcamiento en la E.T.S.I. Industriales y algunos “huecos” del Departamento de Química en los bajos del edificio 5C, y allí se instalaron los primeros científicos que llegaron de Madrid, como Vicente Fornés, Amparo Mifsud, José Manuel López Nieto, Joaquín Pérez Pariente, y algunos doctorandos, incluyendo a Fernando Rey, director actual del ITQ. Este grupo inicial, junto con investigadores de la UPV, fue el núcleo fundador del ITQ.

En 1993 se inauguraron las instalaciones en el edificio 6C, donde actualmente trabajan unas 300 personas de forma regular.

La interacción del ITQ con la UPV ha sido muy intensa. Desde su creación, se han defendido cerca de 300 tesis doctorales en sus laboratorios. Además, el actual director, José Manuel Serra, destacado científico y profesor de investigación del CSIC, fue alumno de nuestra universidad y se incorporó al ITQ tras sus estudios.

Esta es la historia de cómo se creó el ITQ, con la actuación decisiva del rector Nieto, y de cómo esta creación abrió un nuevo camino que, después de más de treinta años, ha contribuido al prestigio de la Universidad Politécnica de Valencia.

Denia, 1996, sobremesa de buena parte de los fundadores del ITQ, de izquierda a derecha: Miguel Ángel Miranda Alonso y su mujer Amparo Solano, Vicente Fornés Seguí, Hermenegildo García Gómez, Jaime Primo y su mujer Tita Carau, Elda Scaiano y su marido Tito Scaiano (de la Universidad de Ottawa) y Vicenta Baldoví, mujer de Hermenegildo García.