colabora Ignacio Fernández de Lucio
La creación y desarrollo del Centro de Transferencia de Tecnología
En el periodo 1986-2004, la investigación y valorización del conocimiento en la UPV debe enmarcarse en los cambios que se estaban produciendo en España, tanto en las políticas de universidad como en las de investigación y desarrollo. En 1983 se aprobó la Ley de Reforma Universitaria (Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto) y, en 1986, la Ley de Patentes y la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica, conocida como “Ley de la Ciencia” (Ley 13/1986, de 14 de abril). Esta última permitió el establecimiento del primer Plan Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico 1988-1991, que representó el primer esfuerzo de la Administración General del Estado por concentrar todas las actividades de investigación y desarrollo tecnológico bajo una misma herramienta de planificación y financiación, estructurando los grandes objetivos en programas plurianuales.
El primer Plan Nacional incluyó instrumentos de políticas de I+D para facilitar y apoyar las actividades de investigación y de transferencia de conocimiento. Uno de estos instrumentos fue el apoyo a la creación de Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), esencialmente en universidades y organismos públicos de investigación, pero también extendido a otros actores del sistema de innovación, como centros tecnológicos y asociaciones empresariales.
La Universidad Politécnica de Valencia (UPV) se adaptó rápidamente a los cambios propiciados por estas leyes y sus concreciones en los planes de investigación y desarrollo tecnológico. La universidad venía de un periodo en el que había potenciado la mejora de la formación a través del Programa de Innovación Educativa (PIE), y estos cambios ofrecieron nuevos estímulos para impulsar la investigación y la transferencia de conocimiento. La UPV, al igual que otras universidades politécnicas, mostraba fortalezas en la transferencia de conocimiento y ciertas debilidades en la investigación.
El artículo 11 de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) facilitaba la canalización del conocimiento con relevancia socioeconómica de los profesores hacia las empresas, dado que en una universidad politécnica este se encuentra más cercano a los usuarios potenciales en comparación con universidades clásicas. Además, el artículo 54 de la misma ley permitía que las universidades incluyeran en sus presupuestos los ingresos derivados del artículo 11, generando una nueva fuente de financiación directa. Desde 1985-86, los recursos que ingresaba la UPV a través de esta vía, junto con los fondos obtenidos por proyectos de investigación y otras ayudas, comenzaron a ser significativos en comparación con el presupuesto global.
Este nivel de actividad generó problemas de gestión y de comunicación entre los departamentos y la administración de la UPV y con las empresas, que superaban la capacidad organizativa del Gabinete de I+D, dependiente del Vicerrectorado de Asuntos Económicos, Investigación y Desarrollo Tecnológico, y que contaba únicamente con tres administrativos.
Por otra parte, el rector de la universidad, Justo Nieto Nieto, entendió claramente el impulso que el Ministerio deseaba dar a las universidades para desarrollar una investigación de mayor calidad académica, en línea con patrones internacionales.
Ante estos cambios, el equipo rectoral llegó al convencimiento de que era necesario crear una oficina especializada y de mayor alcance que el gabinete de I+D existente. Siguiendo las directrices del Plan Nacional de I+D y el ejemplo de otros centros públicos de investigación, en febrero de 1989 se creó la OTRI, absorbiendo la unidad de apoyo administrativo. Esta unidad, llamada Centro de Transferencia de Tecnología (CTT), dependía orgánicamente del equipo rectoral y del Consejo Social, y funcionalmente del Vicerrectorado de Investigación y Desarrollo Tecnológico.
Para dirigir este centro, se convocó a Ignacio Fernández de Lucio, un investigador del CSIC que había creado y dirigido la unidad equivalente en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en años anteriores, además de haber sido asesor de la Secretaría del Plan Nacional en cuanto a la transferencia de tecnología.
El CTT nació con el objetivo de convertirse en el brazo ejecutor de una política voluntarista y activa de la UPV en las áreas de investigación y valorización del conocimiento. A partir de aquí, se constituyó como una unidad especializada en prestar servicios y gestionar procesos para apoyar e impulsar la actividad investigadora de la comunidad universitaria, con especial atención a las necesidades del entorno socioeconómico y facilitando sus interrelaciones con empresas y otros agentes socioeconómicos.
El impulso a la actividad investigadora de la Universidad
Hacia finales de los años 80, el Gobierno de España estaba preocupado por obtener los máximos retornos de la contribución de España a la financiación de la UE. Este interés coincidía con el deseo del rector Nieto de aumentar la financiación para el desarrollo de la investigación en la Universidad. Como resultado, en mayo de 1989, el rector y el entonces secretario general del Plan Nacional de I+D, Luis A. Oro Giralt, enviaron una carta a los profesores de la Universidad en la que expresaban su intención de maximizar la participación de la UPV en programas europeos. Esta participación, además de abrir una nueva fuente de financiación, contribuiría a aumentar la calidad científica y competitividad de los equipos de investigación de la UPV.
El CTT estimuló y facilitó la presencia de los grupos de I+D en programas de apoyo de la Unión Europea y de las administraciones autonómica y estatal. Para lograrlo, implementó las siguientes acciones:
• Informar a la comunidad científica sobre dichos programas.
• Ayudar a encontrar socios, tanto a nivel científico como empresarial.
• Facilitar técnicamente la elaboración de los proyectos a presentar.
• Gestionar el seguimiento de los proyectos a través de los responsables de los distintos programas.
Asimismo, el equipo rectoral acordó atraer grupos externos para colaborar con los equipos de investigación activos de la UPV mediante la creación de institutos de I+D o centros técnicos. Esto permitiría obtener recursos humanos y financieros adicionales, difíciles de detraer de los propios recursos de la universidad, que debían emplearse también en la mejora de una enseñanza masificada. A su vez, se hacía cada vez más evidente la necesidad de organizar la enseñanza y la investigación de forma coordinada pero separada.
El CTT recibió la instrucción de participar activamente en esta política, colaborando en la creación de institutos mixtos de I+D junto al CSIC (como el Instituto de Tecnología Química y el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas), así como en negociaciones para otros institutos y en la creación de institutos tecnológicos en colaboración con empresas y la administración autonómica, como el Instituto de Tecnología Eléctrica y el Instituto Tecnológico de Ingeniería de la Producción.
A partir del año 2000, la convocatoria de subvenciones del gobierno central para apoyar la construcción de parques científicos y tecnológicos permitió el inicio, en 2001, de la Ciudad Politécnica de la Innovación. Con una superficie prevista de 120.000 m², este parque permitiría el alojamiento de nuevos institutos y centros de investigación, propios o con socios externos, y brindaría un nuevo impulso a la investigación y valorización del conocimiento en la universidad.
La inserción de la UPV en el tejido socioeconómico valenciano: desde el aumento de la colaboración con los actores socioeconómicos al apoyo a la diversificación del tejido productivo
Desde su creación, el CTT facilitó y apoyó las relaciones de la UPV con los agentes socioeconómicos en materia de innovación, desarrollando actividades que impulsaron significativamente estas relaciones. De esta manera, la UPV logró consolidarse como un socio confiable en innovación para el sistema valenciano. Algunas de las actividades realizadas fueron las siguientes:
• Identificación y difusión de las capacidades y resultados de investigación de los grupos activos en I+D entre los actores socioeconómicos.
• Apoyo a la valorización del conocimiento existente para su aprovechamiento en el tejido socioeconómico.
• Protección de la propiedad industrial de los resultados de la investigación mediante patentes u otros registros de propiedad intelectual.
• Colaboración en la negociación de contratos entre los grupos de I+D y los agentes socioeconómicos.
• Creación y mantenimiento de una base de datos sobre conocimientos, infraestructura y oferta de I+D de la universidad.
El diseño y creación del Programa IDEAS
En 1992, en respuesta a la recesión económica que impactaba en la universidad, el rector Justo Nieto encargó al CTT el desarrollo de un instrumento para la creación de empresas, con el fin de apoyar la diversificación del tejido productivo valenciano y crear oportunidades de empleo para los egresados, además de servir como herramienta para la valorización del conocimiento universitario. Así nació el Programa IDEAS (Iniciativa para el Desarrollo de Empresas Nuevas).
Este programa tenía objetivos adicionales, como fomentar una cultura emprendedora en la universidad y promover la formación de líderes más que empleados. Más allá de la creación de empresas, buscaba generar un cambio cultural en la comunidad académica. Fue pionero en el ámbito universitario español.
La estrategia del programa consistía en implicar a la comunidad universitaria internamente, con el apoyo del rector, el equipo rectoral, las escuelas y centros, asociaciones estudiantiles, académicos y alumnos; externamente, se buscaba el respaldo del gobierno autonómico y otras instituciones locales, así como la colaboración del Centro Europeo de Empresas Innovadoras.
El programa descansaba en dos pilares: una campaña de dinamización para lograr el cambio cultural mediante reuniones de motivación y, por otro lado, el apoyo a la incubación de empresas de estudiantes (startups) y profesores (spin-offs), brindando ayuda en la elaboración del plan de negocio, formación empresarial, asesoramiento y establecimiento de contactos, entre otros.
Este programa dio origen al Instituto IDEAS, que se separó del CTT a finales de los noventa para dedicarse exclusivamente a esta actividad. La creciente importancia de la dinamización estudiantil y el impulso a la creación de empresas aconsejaron su autonomía.
El diseño y creación de la Ciudad Politécnica de la Innovación
A finales del periodo rectoral de Justo Nieto, a partir del año 2000, surgió la posibilidad de obtener financiación para el desarrollo de nuevos institutos y centros de investigación mediante el programa del Ministerio de Ciencia y Tecnología que apoyaba la creación de parques científicos y tecnológicos. Este programa surgió como respuesta a una demanda de las universidades, expresada a través de la sectorial de vicerrectores de investigación del Consejo de Rectores de las Universidades Españolas, para organizar mejor la investigación en expansión.
Durante el periodo 2000-2009, el gobierno español invirtió aproximadamente 1.600 millones de euros en parques científicos y tecnológicos mediante créditos sin interés y subvenciones. A esta iniciativa se sumaron otros programas europeos, nacionales, regionales y locales de apoyo a la investigación y la innovación que beneficiaron a las entidades instaladas en estos parques.
Justo Nieto participó activamente en esta iniciativa, convencido de que las ayudas permitirían impulsar la investigación y valorización del conocimiento en la UPV. Esto posibilitaría una organización más eficiente, diferenciando los departamentos, orientados principalmente a la enseñanza, de los institutos y centros dedicados a la investigación.
Así nació en 2001 el parque científico de la UPV, denominado Ciudad Politécnica de la Innovación (CPI). En la memoria de creación se destacaban los impactos positivos tanto sociales como académicos. “Socialmente, contribuyendo a mantener y aumentar la demanda de empleo cualificado, académicamente porque una mayor intensidad y proximidad en la relación con el entorno contribuirá a enriquecer y adecuar la oferta académica”. También se mencionaba que “uno de los objetivos de la CPI es aprovechar la capacidad científica de la UPV como factor de generación de nuevas actividades económicas, tal como se realiza en el Programa IDEAS y el Programa de Prácticas en Empresas.”
La CPI se diseñó con una superficie prevista de 120.000 m², y su desarrollo comenzó con la primera fase en 2004. En ese mismo año se inició la construcción de la segunda fase, con la tercera y última fase planeada para finalizar en 2007. Aunque la CPI continuó desarrollándose más allá del rectorado de Justo Nieto, su estructura organizativa quedó definida en este periodo.
El Consejo de Gobierno de la UPV debía aprobar la creación de los institutos que se instalarían en la CPI, así como el Contrato-Programa que regularía su programación, los servicios y financiación aportados por la UPV y los retornos esperados. Este contrato-programa establecía las aportaciones de la UPV a cada instituto en términos de infraestructura, equipamiento y recursos, además de definir objetivos estratégicos medibles.
Finalmente, se creó la Fundación INNOVA, con una participación de la universidad (49 %), la Generalitat Valenciana y la Confederación Empresarial Valenciana (51 %). Esta fundación actúa como el órgano de gobierno político de la CPI, con la misión de fijar los objetivos de la Ciudad Politécnica y aprobar las estrategias para su cumplimiento. La composición de esta fundación refleja la visión de Justo Nieto de una universidad abierta a la sociedad y orientada a colaborar en la resolución de problemas sociales.
La vocación de servicio y la creación de confianza en los investigadores
Desde sus inicios, el CTT se caracterizó por su vocación de servicio hacia sus clientes internos (los profesores) y externos (otros actores del sistema de innovación). Consideraba que el éxito del crecimiento de la investigación y su valorización en la universidad dependía de facilitar las actividades que debían realizar los académicos. El CTT buscó ganarse su confianza y constituirse en su aliado, apoyándolos en sus iniciativas.
Además de las actividades técnicas de apoyo mencionadas, el CTT implementó una gestión flexible y eficaz de las relaciones de los profesores con los distintos actores de los procesos de I+D y valorización del conocimiento, en colaboración con otros servicios administrativos de la universidad. Esta gestión se centraba en apoyar las actividades de los profesores, facilitando su trabajo en lugar de enfocarse exclusivamente en el control administrativo.
Durante sus primeros meses de actividad, el CTT desarrolló los “Criterios para el establecimiento de relaciones contractuales con referencia a la investigación contratada y actividades de apoyo tecnológico”. Estos criterios, mayormente compartidos, estandarizaban las operaciones, facilitando tanto la gestión como las relaciones entre los agentes participantes en el proceso.
Posteriormente, junto con los servicios administrativos implicados, se diseñó y aprobó la normativa sobre la gestión administrativa de los contratos y prestaciones de servicio. Esta normativa, aprobada por la Junta de Gobierno en junio de 1992, ofrecía una visión general de las operaciones a realizar por los distintos agentes de la UPV involucrados. El borrador fue remitido a los profesores para recibir sus observaciones y discutido con los directores de departamento y otros profesores interesados a finales de 1989.
Es destacable la colaboración recibida de los servicios administrativos de la universidad para establecer esta gestión con enfoque en la orientación al cliente, especialmente el apoyo del gerente de la época, Antonio Montañana Riera.
Estas directrices mejoraron el funcionamiento interno de la Universidad en este ámbito y agilizaban las relaciones con los otros actores del sistema de innovación. A pesar de su importancia, el verdadero éxito del CTT residió en la vocación de servicio de su personal, quienes hicieron que el trabajo de los académicos fuera más sencillo al ayudarles a sortear barreras burocráticas muchas veces innecesarias para los procesos. El CTT fue un proyecto colectivo ilusionante que permitió hacer mucho con poco gracias al equipo humano competente y comprometido que se indica en la tabla.
Luces y sombras
Durante los rectorados de Justo Nieto, el impulso de la investigación y la valorización del conocimiento en la UPV marcó un antes y un después, transformando profundamente a la universidad. Pasó de ser una institución reconocida por su enfoque en la formación a convertirse en una universidad destacada también en el ámbito de la investigación, con una clara orientación hacia la aplicación práctica. Esta evolución la transformó en una universidad abierta a la sociedad, estableciendo relaciones con diversos actores sociales a nivel regional e internacional. La UPV movilizó a la comunidad académica para compartir su conocimiento con empresas, entidades públicas y otros actores sociales, ayudando a mejorar su desempeño. La Universidad adquirió así un liderazgo en este ámbito tanto en el contexto nacional como internacional, y se convirtió en un modelo a seguir para otras universidades europeas y, especialmente, para las latinoamericanas.
Personal CTT
Evolución anual de la participación en proyectos de I+D. Número de proyectos por organismo financiador y año.
Como se observa en las figuras adjuntas, durante el periodo analizado, la participación en proyectos de I+D y la contratación de investigación se multiplicaron por diez, la Universidad comenzó a registrar y licenciar patentes, y gestionó el portafolio de patentes más grande entre las universidades españolas.
Este crecimiento en resultados de I+D y valorización del conocimiento fue posible gracias a un aumento en el número de académicos involucrados en estas actividades, que se triplicó. Sin embargo, el incremento de resultados fue muy superior al aumento en el número de académicos, lo que sugiere un incremento en la productividad, propiciado sin duda por el mayor apoyo brindado por la universidad. Cabe destacar que, hacia el final de la legislatura, el porcentaje de académicos comprometidos en estas actividades se acercaba a los dos tercios, duplicando el promedio de otras universidades, que se situaba por debajo de un tercio.
En cuanto a la creación de empresas, también se observó un crecimiento similar, aunque principalmente en las empresas creadas por estudiantes y no tanto por profesores. Esto indicaba que la comunidad académica comenzaba a experimentar una cierta saturación, ya que el ritmo de cambio estaba siendo excesivo para algunos. Otro indicador de esta situación fue que se perdió de vista el objetivo original del programa IDEAS: generar un cambio cultural en la comunidad académica, promoviendo un entorno favorable a la cultura emprendedora y la innovación en todos los niveles y actividades de la universidad, desde la formación y la investigación hasta la gestión. Ni el entorno interno ni el externo facilitaron la consecución de este objetivo.

Evolución de la contratación en millones de euros. La contratación por parte de los institutos solo se detalla en los años de los que se dispone de información.

Evolución del número de profesores de la UPV y cuántos de ellos participan activamente en I+D+I.
Resultados del programa IDEAS. Números de propuestas de creación de empresas, de propuestas aceptadas, de planes de empresa concluidas y de empresas constituidas.
A finales de los años noventa, coincidiendo con un cambio en su dirección, el CTT empezó a evolucionar de una unidad de servicio orientada a los académicos, enfocada en facilitar la investigación y la valorización del conocimiento, a una unidad administrativa con un rol de control de estas actividades como parte de la gestión general de la universidad. De este modo, el CTT dejó de ser el brazo ejecutor de una política activa de la UPV en investigación y valorización del conocimiento, para convertirse en un apéndice de la gerencia dedicado al control de estas actividades.
En este sentido, la Ciudad Politécnica de la Innovación (CPI) debía haber asumido el papel que el CTT había desempeñado en sus inicios, pero en su diseño no se definieron claramente los roles de las estructuras existentes ni del programa IDEAS. Los documentos de diseño de la CPI fueron realizados por personas externas a la UPV, con un conocimiento limitado de la evolución y necesidades de la Universidad en estas actividades, lo que dificultó que se pudieran plasmar adecuadamente las características y requisitos del nuevo cambio que necesitaba la universidad. También es posible que quienes elaboraron estos documentos se centraran más en asegurar las subvenciones necesarias para construir los edificios que alojarían los institutos de investigación.
El cambio que la CPI podría haber supuesto para la UPV en estas áreas requería un esfuerzo mayor en recursos humanos y financieros, además de una estrategia universitaria cuidadosamente planificada. No obstante, la situación interna de la universidad y las condiciones externas, que favorecían el control sobre las nuevas iniciativas, hacían difícil la implementación de esta estrategia.