por José María Ferrero de Loma-Osorio
Cuando el profesor José María Ferrero Corral (Madrid, 1940) llegó a la Universidad Politécnica de Valencia en 1982, tras obtener una cátedra de Tecnología Electrónica, comenzó una fructífera y simbiótica relación académica y personal con Justo Nieto que se extendería durante muchos años. Durante ese tiempo, el rector Nieto apoyó de manera incondicional las iniciativas del profesor Ferrero, quien, a su vez, ejecutaba desde sus cargos los encargos del rector. Esta colaboración llevó a la implantación de nuevas líneas y centros de investigación, nuevas Escuelas y estudios de grado y máster en la UPV, así como a novedosas iniciativas de mejora docente.
Poco después de su llegada a Valencia, el profesor Ferrero conoció a Justo Nieto, entonces director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (ETSII), cargo que ostentó desde 1979 hasta su elección como rector en 1985. Nieto propuso a Ferrero ocupar la subdirección docente de la Escuela, dando inicio a su relación profesional y personal. Cuando Nieto fue elegido rector, Ferrero lo sucedió como director de la Escuela, cargo que ocupó hasta 1989.

José María Ferrero (segundo por la izquierda) y Justo Nieto (segundo por la derecha) en la inauguración del Congreso Anual de la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica celebrado en Valencia en 1998.
Desde el principio, el entendimiento entre ambos fue total. Los dos compartían una vocación humanista, valores, aspiraciones académicas y una pasión desbordante por la excelencia. En palabras de Ferrero, Justo Nieto era el hombre más visionario y audaz que jamás había conocido. Así surgió una relación personal estrecha que, sin duda, facilitó los logros académicos conjuntos alcanzados en las décadas siguientes.
Uno de los primeros hitos de esta colaboración se dio en 1987, cuando se implantaron los estudios de Ingeniería de Telecomunicación en la UPV. En ese momento, pocas universidades en España ofrecían dicha titulación. Compitiendo con otras universidades, Nieto, en una maniobra audaz, convenció al Consejo de Universidades de que la UPV era el lugar ideal para impartir estos estudios, contando con la colaboración directa de Ferrero, entonces director de la ETSII. Ferrero y su equipo lograron, en tiempo récord y con la confianza plena de Nieto, diseñar el plan de estudios de la nueva titulación.
Para implantar la carrera a tiempo, la ETSII añadió temporalmente “y de Telecomunicación” a su nombre, convirtiéndose durante un año en la ETSIIyT, hasta la creación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación. Este cambio permitió poner en marcha los estudios de Telecomunicación en la UPV antes que en otras universidades, superando las trabas burocráticas que podrían haber dificultado o retrasado el proyecto.
Por esa misma época, el profesor Ferrero, junto con Javier Saiz, Enrique Guijarro y Antonio Mocholí, propuso planes de innovación docente en las asignaturas de electrónica de la carrera de Ingeniería Industrial en la ETSII. La idea era “aprender haciendo”, aumentando significativamente el tiempo de los estudiantes en el laboratorio para dar un enfoque práctico a la enseñanza sin desatender la teoría. Esta iniciativa requería inversión para mejorar el equipamiento del laboratorio, y Nieto apoyó firmemente la propuesta, proporcionando la financiación necesaria. El éxito fue tal que el modelo se extendió a todas las asignaturas de Ingeniería Industrial y otras titulaciones mediante el PIE (Proyecto de Innovación Educativa), que permitió a los responsables de diversas asignaturas presentar proyectos evaluados y financiados anualmente. Esta colaboración entre Ferrero y Nieto marcó un hito en la calidad de la enseñanza universitaria, continuando bajo distintos nombres durante varias décadas.
Sin embargo, la mayor aportación de Ferrero, con el siempre decidido apoyo de Nieto, fue en el campo emergente de la ingeniería biomédica. Desde sus años como profesor en la Universidad Politécnica de Madrid, Ferrero había mostrado gran interés en esta disciplina, que en ese momento no era reconocida formalmente en las universidades españolas. Ferrero llegó a compaginar su labor docente con tres cursos de Medicina en la Universidad Complutense, impulsando así la nueva disciplina junto a destacados colegas de otras universidades españolas.
Los pioneros de la ingeniería biomédica en España sostenían que la tecnología debía no solo apoyar a la medicina, sino también aportar métodos y herramientas para una mejor comprensión de los fenómenos biológicos. En este contexto, Ferrero promovió la investigación en biosensores, dispositivos híbridos eléctricos y biológicos que permitirían detectar sustancias en concentraciones mínimas. Esta iniciativa llevó a la creación en 1989 del Laboratorio Integrado de Bioingeniería (LIB), pionero en España, que reunía a ingenieros, biólogos y bioquímicos en un equipo multidisciplinar. La importancia del laboratorio quedó reflejada en la presencia, en su inauguración, del entonces ministro de Educación y Ciencia, Javier Solana, invitado por el rector Nieto.

José María Ferrero (segundo por la izquierda) y Justo Nieto (cuarto por la izquierda) en la inauguración del IV International Symposium on Biomedical Engineering celebrado en Peñíscola en 1991.
La creación del LIB no habría sido posible sin el respaldo decidido de Nieto, quien compartía la visión de futuro de Ferrero sobre la ingeniería biomédica. Este laboratorio fue el precursor de varios centros de investigación en la disciplina, y en su versión actual, el Centro de Investigación e Innovación en Bioingeniería es hoy un referente internacional. La colaboración con hospitales de toda España ha seguido creciendo, enriqueciendo la interdisciplinariedad de la UPV.
La apuesta de ambos por la ingeniería biomédica trascendió la investigación y se reflejó también en la docencia. A instancias de Nieto, la UPV creó un grupo de trabajo, presidido por Ferrero, para diseñar planes de estudio en esta disciplina, que hasta entonces no se impartía en España. Este esfuerzo culminó en el Máster Interuniversitario en Ingeniería Biomédica, que la UPV comenzó a impartir en colaboración con la Universidad de Valencia en 2006/2007. Aunque Nieto ya no era rector, su determinación de organizar estos estudios fue decisiva, así como su apoyo continuado desde la Conselleria de Empresa, Universidad y Ciencia, que lideró entre 2004 y 2007.
La labor de Justo Nieto como rector, apoyado por profesores como José María Ferrero, ayudó a transformar la entonces modesta UPV en una universidad de renombre internacional.
El profesor Ferrero falleció en noviembre de 2008, teniendo la satisfacción de ver creado el máster que tanto deseaba, aunque no llegó a presenciar la implantación del Grado en Ingeniería Biomédica que promovió junto a Nieto.
Este relato incluye solo algunos de los hitos de la relación académica entre Ferrero y Nieto, marcada también por una gran amistad. Eran frecuentes los encuentros familiares en la casa de Nieto en Olocau, donde ambos disfrutaban de “momentos felices para dejarse ser en amistad,” como escribía el poeta Jaime Gil de Biedma.
En el libro Textos en recuerdo de José María Ferrero Corral, publicado por la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica en homenaje al profesor Ferrero, Justo Nieto escribió uno de los capítulos. Al final de su contribución, Nieto expresó sobre su amigo y colaborador: “Quizás pueda aclarar mejor lo que he dicho de José María si enfatizo que he conocido y he colaborado con muchas personas a lo largo de mi vida, y en todo el mundo. No conozco a más de tres que, como él, hayan tenido tal armonía y riqueza de valores”.
Lamentablemente, el profesor Ferrero Corral, mi padre, ya no está con nosotros. Pero el rector Nieto sigue aquí, desde su retiro, dando brillo a la Academia. A pesar de su ausencia, los logros que consiguieron juntos han dejado una huella imborrable en la universidad que tanto amaron.

Marcos Rico, José Luis Manglano, Justo Nieto, José María Ferrero y Eliseo Gómez-Senent en un encuentro de exdirectores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UPV.