Colabora Amparo Asensi Sorio
La historia de la piscina de la Universitat Politècnica de València (UPV) está profundamente vinculada a la Escola d’Estiu. Desde su creación, la natación se consolidó como una de las actividades fundamentales y más esperadas.
En julio de 1987, organizar actividades acuáticas se volvió prioritario para aliviar el intenso calor del verano. Sin embargo, ante la ausencia de instalaciones acuáticas en la UPV, se optó por utilizar la piscina municipal de Nazaret. La experiencia, no obstante, resultó problemática: los desplazamientos eran incómodos y se presentaron serias cuestiones de seguridad, llegando incluso a requerir la intervención de la policía local debido a la presencia de jóvenes que utilizaban un trampolín clausurado.
En 1988, la situación cambió radicalmente. La nueva piscina descubierta de la UPV, de 50 por 16 metros y rodeada por un sencillo cañizo, estuvo lista para ser utilizada en las actividades de verano. Fue un verdadero lujo al alcance de todos, aunque su uso estaba restringido a la temporada estival, de junio a septiembre.
Para la tercera Escola, en 1989, la piscina ya lucía un escudo cerámico con el emblema de la UPV, pintado en Manises. Este escudo, testigo de varias renovaciones, fue cuidadosamente retirado y preservado cuando los azulejos originales fueron reemplazados por un revestimiento de liner. En aquellos años, la piscina seguía utilizándose solo durante el verano, protegida por el cañizo perimetral.
Sin embargo, el potencial de esta instalación demandaba su uso durante todo el año. Por ello, comenzaron obras de acondicionamiento, que se llevaron a cabo en fases sucesivas, primero se cubrió, luego se climatizó el agua y finalmente se climatizó el ambiente.
El 3 de abril de 1995, se inauguró la piscina cubierta de la UPV. Desde el primer momento, esta instalación fue recibida con entusiasmo, ofreciendo servicios a la comunidad universitaria, a sus familiares y al público general. En una época en que Valencia contaba con pocas piscinas climatizadas, la de la UPV destacó al permitir actividades durante todo el año, como natación y waterpolo.
La piscina mantiene sus dimensiones originales: 50 metros de largo por 16 metros de ancho, con 6 calles. Uno de los mitos más persistentes sobre ella es la supuesta inexactitud de su longitud. Aunque se han difundido rumores que varían entre 48 y 49,5 metros, mediciones precisas confirman que mide exactamente 50 metros.
Para gestionar esta infraestructura, la UPV convocó un concurso para la concesión administrativa del servicio, el cual se resolvió en abril de 1995. Esto permitió planificar actividades anuales que maximizaran su aprovechamiento tanto en verano como en invierno.
Para gestionar la piscina, la universidad optó por convocar un concurso para la concesión administrativa del servicio, el cual se resolvió en abril de 1995. A partir de ese momento, se planificaron diversas actividades, ahora de carácter anual, destinadas a ofrecer continuidad a todos aquellos que deseaban disfrutar de la instalación no solo en verano, sino también durante el invierno, gracias a su climatización.
A lo largo del tiempo, se han realizado diversas mejoras. Una de las más significativas fue la construcción de una galería perimetral, diseñada para dejar expuestas las tuberías, facilitando su mantenimiento y la detección de posibles fugas.
Desde su construcción, la piscina no solo ha sido un servicio esencial para la comunidad universitaria, sino que se ha convertido en un símbolo de la UPV. Es un referente de calidad, reconocido tanto en Valencia como a nivel nacional.

La piscina de 1988

Amparo Asensi Sorio en la piscina cubierta