colabora Ángel Gamir Rodríguez
“La Vella”, como se le denomina actualmente, fue la primera cafetería al inicio de la Universidad. En aquel tiempo, las obras estaban al 50 % de la primera fase de construcción y la empresa constructora trabajaba en doble turno, así que preparábamos cenas y cafés para los trabajadores.
Al principio, solo disponíamos de luz de alumbrado, no de fuerza, y el café se hacía a la antigua, en puchero. Comenzamos el servicio con grandes dificultades; estábamos en medio de la huerta, sin comunicación, con un autobús cada 45 minutos y un camino estrecho y lleno de curvas, donde al cruzarnos con otro vehículo había que parar para evitar caer en la acequia cercana.
La Dirección del centro estaba ubicada en la calle número 1, justo detrás de la cocina, lo que nos obligaba a cuidar las comidas para evitar que el olor llegara a los despachos. La cafetería se convirtió en el centro social del alumnado de distintas escuelas, no solo para tomar algo, sino también como punto de reunión. En esa época, solo había una chica estudiando en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, y al segundo año se incorporó otra en la Escuela de Ingenieros Industriales.
Había mucha comunicación con el público. A veces, los estudiantes comentaban las incidencias en las aulas, como el pase de lista, las faltas de asistencia, la prohibición de hacer exámenes o las décimas que les impedían pasar de semestre. Como los juegos de mesa no estaban autorizados, los alumnos inventaron uno llamado “El juego del chavo”. Entre ellos, también había quienes sabían tocar la guitarra y cantar, como un gallego llamado Moncho Borrajo, que siempre formaba grupos para animar el ambiente.
La cafetería tenía un espacio de 300 m², con una barra circular de 30 metros de longitud, una cocina de 40 m² y un almacén de 15 m², que pronto resultaron insuficientes. Gracias a la buena disposición de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación, se cedieron espacios adicionales para atender las necesidades del público.
La hora del almuerzo era un caos, ya que todos coincidían, hasta que finalmente logramos diferenciar los turnos por media hora. Servíamos bocadillos con embutido de Requena, patatas a lo pobre, sobrasada con patatas y los clásicos de tortilla española, atún y tortilla de ajos tiernos. Luego, incorporamos el bocadillo del día, variando el menú y adaptándolo, aunque la patata siempre fue y sigue siendo esencial en toda comida.
Algunos estudiantes, con dificultades económicas, consumían fiado, apuntando sus gastos hasta que recibían un giro postal y liquidaban su cuenta. El aparcamiento no estaba vallado y tenía espacio para unos 15 coches y motocicletas de baja cilindrada. Los fines de semana, así como en Pascua y San Vicente, se llenaba de familias con niños que venían a pasar el día, jugando a la pelota, a la cuerda o al tres en raya. Bajo el puente de entrada a Valencia, vivían familias sin techo que enviaban a sus hijos diariamente a pedir comida y bocadillos.
Con el tiempo, se incorporó el ICE, precursor del parvulario, hoy convertido en escuela infantil, que al principio se ubicó en la Escuela de Ingenieros Agrónomos y al que le servíamos la comida diariamente desde la cafetería.
La segunda fase de ampliación de la Universidad Politécnica de Valencia, en 1980, trajo consigo nuevos edificios y centros, incluyendo una cafetería en el Ágora, junto a la Escuela Superior de Arquitectura, como extensión de “La Vella”. En el centro del campus se instalaron también otros locales para servicios variados como fotografía, parafarmacia, kiosco de prensa, peluquería, bazar, deportes, papelería, librería, bancos y un taller de reparación de bicicletas.

Los comienzos de La Vella, con Ángel y Juan a la derecha
Servicios de comidas de distinto nivel
El Rectorado de la Universidad, que en un principio tenía reservado un restaurante externo, una vez se encontró con la sorpresa de que, al llegar tarde, no les podían atender porque la cocina estaba cerrada. En esta situación, llamaron a “La Vella” para que preparara la comida. Quedaron tan satisfechos que, desde entonces, se nos encargaron distintos servicios de restauración, tanto en la cafetería como en la sala de juntas o en un local anexo al rectorado. “La Vella” ha estado presente en actos institucionales como investiduras de doctores “honoris causa”, aperturas y clausuras de curso, nombramiento de rectores, entrega de diplomas, congresos, tomas de posesión, desayunos-almuerzos de trabajo y jubilaciones, entre otros.
Comida Operación Papel
Cada Navidad se organizaba una comida especial con pequeños detalles (sorpresas Vallés), que comenzó con 30 o 40 personas y llegó a reunir hasta 250. La financiación se lograba a partir de la venta de papel y cartón recogido por el personal, incluidos los bedeles. En la Escuela de Aparejadores se celebraban diversos eventos sociales, destacando la celebración de la Navidad, en la que un año se realizó un entierro de la sardina con distintas estaciones, un belén, la llegada de los Reyes Magos con juguetes para los niños, patrocinados por el Colegio de Aparejadores.
Se organizaron concursos de paellas con la participación de alumnos, profesores, familiares e invitados. La Tuna de la universidad, siempre alegre, amenizaba las celebraciones, acompañada de obras de teatro y otros eventos.
También se creó la falla universitaria, y su presentación fue motivo de celebraciones, donde la Orquestina Universitaria, formada por aficionados a la música, ponía el toque musical. Se fundó además la Peña Ciclista, que también organizaba varios eventos con la participación de ciclistas reconocidos.
La Escuela de Verano fue otro evento importante, creciendo en plazas cada año. Desde “La Vella” se ofrecía el servicio de bocadillos, bebidas y comidas. En 1986, se celebró la YUSI-86, un evento masivo que requirió de tres cocinas para atender desayunos, comidas, meriendas y cenas, convirtiéndose en el mayor evento organizado hasta entonces.
A medida que crecía la Universidad, los espacios en la cafetería quedaban pequeños, por lo que en 1989 se llevó a cabo una reforma para ampliar la cocina y el almacén. En 1996, la Universidad decidió renovar completamente la cafetería, obra que se realizó en dos fases para no interrumpir el servicio.
La remodelación resultó en una instalación moderna y equipada para un buen funcionamiento. Se incorporó un comedor con servicio en mesa y se habilitó una “mesa familiar”, donde la gente se sentaba de forma espontánea. Incluso se preparó una mesa de mármol para jugar al dominó después de las comidas.
Con el tiempo, la sociedad ha cambiado y “La Vella” ha intentado mantener un equilibrio, cuidando siempre la calidad y atención al cliente.
Siempre al servicio de la Universidad Politécnica de Valencia.

Y los años pasan.