Plan plurianual de financiación

colabora Pedro Miguel Sosa, vicerrector entre 1993 y 2000 

La LRU promovió la diversificación y el incremento de la oferta de titulaciones oficiales universitarias, tanto en número como en variedad de especialidades y niveles, impulsando la mejora de la formación universitaria y el acercamiento de la universidad a la sociedad. Para ello, estableció un modelo en el que cada universidad, en ejercicio de su autonomía, podía avanzar en una estructura organizativa basada en varios ejes: los centros, que permitían ofrecer una variedad de títulos; los departamentos, organizados en torno a áreas de conocimiento a las que se adscribía el profesorado y que atendían la docencia de distintas titulaciones, independientemente del centro en que se impartieran; y los institutos, que actuaban como núcleos de investigación y reunían sinergias de grupos y personas en áreas específicas. Además, para acercar la universidad a la sociedad y facilitar la transferencia tecnológica, el artículo 11 de la LRU ofrecía la posibilidad de que el profesorado pudiera “contratar con entidades públicas y privadas, o con personas físicas, la realización de trabajos de carácter científico, técnico o artístico, así como el desarrollo de cursos de especialización”.

La UPV, universidad que en 1985 apenas tenía 14 años desde su creación (17 desde su origen como Instituto Politécnico), a diferencia de otras universidades que siguieron con una estructura organizativa más tradicional, aprovechó este marco excepcional para canalizar en los siguientes años el potencial de desarrollo tanto en docencia como en investigación y transferencia de tecnología, apostando decididamente en sus estatutos por una estructura organizativa matricial e impulsando el desarrollo completo de los tres ejes organizativos contemplados en la LRU. En 1986 se crearon los departamentos y los centros comenzaron a renovar y proponer nuevas titulaciones que dieran respuesta a una demanda creciente de los estudios de ingeniería, alimentada por su alta consideración social y buenos niveles de empleo. A partir de esa fecha, los sucesivos equipos de gobierno de la UPV bajo la dirección del rector Justo Nieto se enfrentaron al reto de llevar a cabo una labor transformadora interna en la UPV que encauzara todo este potencial de crecimiento. Entre las cuestiones más relevantes que se llevaron a cabo se encuentra indudablemente, la descentralización tanto de la elaboración del encargo docente por los centros, como la responsabilidad en la definición de la capacidad y estructura de la plantilla del profesorado por los departamentos o el desarrollo de normas de régimen interior que permitían la financiación descentralizada de las actividades de investigación y transferencia de tecnología contratadas al amparo del artículo 11.

Sin embargo, esta estructura organizativa interna se vio limitada por un sistema de financiación universitaria basado en la asignación de subvenciones anuales, mediante un proceso de negociación bilateral con la comunidad autónoma, a la que se transfirieron las competencias en materia de universidades en 1986. La subvención anual para cada universidad se determinaba aplicando un incremento sobre la subvención del año anterior, pero, a su vez, se imponía un control del coste máximo autorizado de personal. En estas condiciones, era materialmente imposible incrementar y promocionar las plantillas de profesorado y de personal de apoyo y administración, dificultando la atención a la creciente demanda de estudios de ingeniería y arquitectura en esos años, así como el crecimiento de los grupos de investigación impulsado por la incorporación de actividades de transferencia de tecnología. Este modelo de subvención generó, a principios de los 90, una brecha en la financiación del sistema universitario público valenciano, que se situaba muy por debajo de la media del conjunto español y europeo.

En 1994, el Gobierno Valenciano, consciente del retraso en la financiación del sistema universitario público valenciano, una situación documentada por José-Ginés Mora, Francisco Pérez García y Jorge Palafox en el libro La financiación de las universidades valencianas, convocó a los equipos económicos de las universidades públicas valencianas para trabajar en la elaboración del primer Plan Plurianual de Financiación del Sistema Público Universitario Valenciano (PPF). Los representantes de la UPV, designados por el rector Justo Nieto, fueron el vicerrector de Ordenación Académica y el gerente. Dos principios fundamentales guiaron este plan: establecer un marco financiero plurianual que permitiera a las universidades planificar su desarrollo en ejercicio de su autonomía y definir un modelo equitativo para calcular la financiación de cada universidad, basando el cálculo en un sistema de precios por crédito matriculado que tuviera en cuenta el coste diferencial de los estudios según su nivel de experimentalidad y el tamaño de los grupos.

Este plan de financiación supuso el fin del procedimiento de ajuste presupuestario basado en incrementos anuales, garantizando que la financiación estaría vinculada al crecimiento de cada universidad y asegurando los recursos necesarios para que las plantillas de profesorado y personal pudieran aumentar y mejorar progresivamente, alcanzando estándares de calidad comparables con el resto del sistema universitario español. Cabe destacar que este modelo de asignación presupuestaria a través de financiación plurianual fue pionero en el sistema universitario español.

El plan plurianual de financiación estableció cuatro parámetros esenciales en el modelo de cálculo, que resultaron fundamentales para el impulso de la UPV en los últimos años del siglo XX y comienzos del XXI: la contabilización de los créditos matriculados en lugar del número de alumnos; el desdoblamiento de clases prácticas, lo que permitía considerar la necesidad de contar con profesorado para impartir prácticas de laboratorio en grupos reducidos; la diferenciación de tamaños de grupos según el nivel de los ciclos de las titulaciones; y la fijación de módulos de coste de plantilla superiores a los que la UPV manejaba en ese momento. La necesidad de contratar profesorado en sus categorías inferiores, motivada por la insuficiente financiación recibida, había llevado a la UPV a contar con una estructura de plantilla que quedaba por debajo de los estándares de calidad del conjunto de las universidades en España, e incluso respecto a otras universidades valencianas.

A partir de la aprobación del PPF, la Universidad Politécnica de Valencia definió, en sus programas plurianuales de plantillas de profesorado, personal de administración y servicios y de equipamiento docente (1995-1998), los estándares necesarios en cantidad y calidad para la plantilla de profesorado, el personal técnico de laboratorio y el equipamiento de laboratorios. Estos estándares respondían a la necesidad de incrementar la docencia para implementar una enseñanza con mayor contenido práctico, en consonancia con la implantación de los nuevos planes de estudio. Se convocaron plazas de promoción de profesorado y se creó el programa Cantera, diseñado para atraer talento joven y prestigiosos investigadores a la universidad, consolidando así un significativo crecimiento tanto en calidad como en cantidad de la plantilla.

Al finalizar el periodo de vigencia de cuatro años del PPF (1994-1998), el Gobierno Valenciano encargó a las universidades, con la asistencia técnica del IVIE, un análisis del sistema público universitario valenciano, evaluando sus problemas, los resultados de la aplicación del PPF y las líneas de actuación necesarias para su mejora. Se constituyó un equipo de estudio con un representante de cada universidad; en el caso de la UPV, este representante fue el vicerrector de Estudios Económicos y Coordinación. Como resultado de este trabajo se redactó el Libro blanco del Sistema Universitario Valenciano. Entre los aspectos más relevantes identificados se destacó la necesidad de establecer un nuevo plan plurianual de financiación que garantizara explícitamente recursos para inversión, que no fueron incluidos en el PPF anterior, además de incentivos ligados a la consecución de objetivos y la instauración de una planificación estratégica en las universidades. Para lograr estos objetivos, se hizo imprescindible desarrollar un sistema de información del SUV con un cuadro de indicadores.

El nuevo plan de financiación, PPF1999-2003, también elaborado con la participación activa del equipo económico de la UPV, estableció un modelo más avanzado que su predecesor. Este modelo incluyó una componente fija de la subvención, que respondía a las demandas de las universidades de menor tamaño, e introdujo elementos novedosos, como una componente de financiación basada en objetivos, que incentivaba a las universidades a orientar sus planes estratégicos hacia acciones de mejora enfocadas en alcanzar los objetivos propuestos.